Rusia y Ucrania: ¿es posible un conflicto nuclear?
“El riesgo es demasiado real. Estamos en un estado muy elevado de peligro nuclear, que no habíamos visto desde el final de la guerra fría, en más de 30 años. Putin ha hecho amenazas claras desde el inicio del conflicto con Ucrania, el 24 de febrero”.
“La guerra en Ucrania es el conflicto militar europeo más grave desde la Segunda Guerra Mundial, y amenaza con producir la mayor crisis nuclear desde el apogeo de la guerra fría”, escribe Walter Russell Mead en el Wall Street Journal.
Mead es uno de los comentaristas que advierten que, a medida que ambas partes aumentan la tensión, crece el peligro de una confrontación con armas nucleares.
¿Qué tan real es la amenaza? ¿Quién es más vulnerable si los rusos utilizan armas nucleares tácticas? ¿Qué puede hacer Estados Unidos para mitigar la amenaza?
Michael Klare – profesor emérito del Five College de estudios sobre la paz y la seguridad mundial, explica que desde 2018 se ven cambios en la estrategia de defensa estadounidense. “Cerraron la guerra global contra el terror. Ahora la visión es una competencia de largo plazo contra dos poderes hostiles, Rusia y China. Esta política requiere rearmar la estrategia norteamericana”.
Qué puede suceder
Klare cree que puede haber una nueva cortina de hierro, más cercana a Rusia que la de la Segunda Guerra Mundial. “Habrá que definir cómo queda la frontera ucraniana después de la guerra”.
Piensa que las nuevas fronteras serán fortalecidas de ambos lados con armas avanzadas. “Esto hace más angosto el punto de quiebre nuclear”. A esto se agrega el deseo de Suecia y Finlandia de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, lo cual es percibido por Rusia como un reto.
También alerta que está latente el conflicto con China por Taiwán, lo cual crea ansiedad en esos países. “En el Pacífico vamos a ver algo similar. EE. UU. está reforzándose con Japón, Singapur, Corea del Sur y otros países”. Considera a Taiwán como “la Ucrania del Pacífico”.
La perspectiva del gobierno en Washington es que Taiwán no será otra Ucrania. “Creo que en este caso Estados Unidos sí intervendrá y el uso de armas nucleares cortas sería una provocación”.
Lamenta que el Congreso estadounidense haya abandonado la prioridad de educación, infraestructura y salud, mientras se incrementan gastos en armas sin una discusión al respecto. “EE. UU. ya no proporciona armas de defensa, ahora son de capacidad ofensiva, con mayor amenaza a las fuerzas rusas. Y no hay debate sobre esto”.
Riesgo real
“El riesgo es demasiado real. Estamos en un estado muy elevado de peligro nuclear, que no habíamos visto desde el final de la guerra fría, en más de 30 años. Putin ha hecho amenazas claras desde el inicio del conflicto con Ucrania, el 24 de febrero”.
Así se expresa Daryl Kimball, director ejecutivo de la Arms Control Association y editor – colaborador de la revista mensual de la organización, Arms Control Today.
“Adicionalmente Putin anunció que iba a aumentar los niveles de alerta de sus ojivas. Afirmó que Rusia responderá a los países que se opongan a la invasión a Ucrania de manera nunca vista. Hay declaraciones similares de otros altos funcionarios rusos”, recuerda.
Considera que lo bueno es que Joe Biden no ha hecho el mismo tipo de amenazas. “Incluso se canceló una prueba de misiles intercontinentales para no enviar un mensaje equivocado”, acota.
Pero para él es un hecho que ambos países podrían utilizar armas nucleares en una situación dada.
Según Kimball, el primer uso de armamento nuclear implicaría armas de corto plazo. Los rusos tienen unas 2 mil armas nucleares de corta longitud. “Estados Unidos no ve señales de movimiento de estas armas”, agrega.
Por su parte, la OTAN tiene 100 mil armas de este tipo, guardada en 5 lugares básicos de Europa.
Las de larga distancia son unas mil cuatrocientas en EE. UU. y otras tantas en poder del Kremlin. Europa también las tiene, aunque en menor escala.
Teme que el peligro real es que el conflicto se amplíe a niveles de Rusia – OTAN. Prevé que, si hay un choque entre estos poderes, se podrían usar hasta 12 armas nucleares cortas, para intimidar y detener el conflicto. “Pero la realidad es que no hay garantías de no escalar la situación hasta un conflicto nuclear global”.
Cree que la probabilidad puede ser baja, porque ambas partes conocen el peligro: “9 millones de personas morirían en las primeras horas, y luego seguirían incendios y radiación”.
Destaca que, con esta situación, se derrumba el mito de que el equilibrio nuclear garantiza la paz. “Estamos viendo la invasión de un Estado con armas nucleares contra una nación que no las tiene, y esta agresión se sustenta justamente en la amenaza nuclear”. Y agrega: “Las políticas de la OTAN y EE. UU. al respecto tienen bases que considero inaceptables”.
“Desnazificación”
La declaración de Putin del 24 de febrero sobre la desmilitarización y desnazificación de Ucrania fue un objetivo poco claro y vago; acompañado de mala planificación y tácticas pobres, según lo analiza Gabriela Iveliz Rosa Hernández, Investigadora asociada de la Arms Control Association.
“Rusia no está feliz por haber perdido su influencia en Ucrania. Y creo que lo que ellos llamaron desnazificación significaba hacerla menos anti-rusa. Moscú cree que la Unión Europea ha instilado odio contra los rusos en los ucranianos”.
Para ella, el Kremlin ha tenido un entendimiento muy limitado del problema. “Esperaban que Ucrania les abrieran las puertas”.
Teme que los rusos puedan malinterpretar la política de Estados Unidos hacia la nación invadida, pensando que quieren un cambio de régimen en Moscú.
“Hay territorios en el sur de Ucrania donde hay regímenes de ocupación. ¿Rusia se los quiere anexar? ¿El objetivo es castigar a Ucrania por lo que ha hecho? ¿Bloquear su salida al mar negro? Creo que son preguntas claves que hay que responder; pero no veo el final de esta guerra a corto plazo”, concluye.
La guerra de información
“Creo que como un ex agente de la KGB Putin es un individuo que tiene capacidades de desinformación, es muy difícil entrar en su mente. Él prospera con la falta de información, quiere ver a sus enemigos divididos”.
Así lo sentencia Andrew Nynka, quien es el redactor Jefe de The Ukrainian Weekly y Svoboda en la estadounidense Asociación Nacional Ucraniana. Y revela: “La guerra física es solo una parte, la otra es la información. Los ucranianos han sido increíblemente valientes en la lucha física y muy habilidosos en la lucha de información”.
“Lo único que frena al mundo occidental de auxiliar a Ucrania es la amenaza nuclear”, agrega. “Putin usa esto para dividir a sus enemigos, el debatir al respecto destaca la división que ya tenemos. Aunque no descarto que la pueda usar”. Cree que, si no hubiera amenaza nuclear, la situación cambiaría drásticamente.
Nynka recuerda que el único país que ha usado armas nucleares en una guerra es Estados Unidos. “Por ello tenemos más probabilidades de usarlas de nuevo. Putin jamás las ha usado”.
Apunta que hay una dramática diferencia entre lo que ven los estadounidenses respecto a la posibilidad de armas nucleares y lo que perciben los ucranianos en el campo de batalla. Estuvo en Ucrania y todos los individuos con los que habló creen que Putin no las usará.
“Ellos piensan que occidente debería estar más involucrado. No se trata de enviar tropas sino recursos. He visto como los misiles rusos han atacado blancos civiles. Los ucranianos dicen que con más apoyo de occidente podrían enfrentar ellos mismos esta amenaza”.
Escenarios futuros
Gabriela Iveliz Rosa Hernández concluye que que “Si Rusia pierde, o la guerra entra a territorio ruso, podría usar un arma nuclear; pero esto no ayudaría a sus objetivos de apoderarse de Ucrania. El uso de armas nucleares no va a funcionar, según mi perspectiva”, adelanta la investigadora.
¿Qué se debe hacer para reducir la potencial intensificación nuclear? Según Kimball, “Primeramente, tener comunicación oportuna entre Rusia y Estados Unidos; Rusia debe dejar de amenazar. Hay que alejar las armas nucleares estratégicas en nivel de alerta alta, porque una señal mal leída puede detonar un conflicto”.
También recomienda que, en el largo plazo, EE. UU. y Rusia deben regular sus arsenales nucleares en una mesa diplomática. “En esta etapa es poco probable que veamos avances al respecto”, lamenta.