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Los combustibles fósiles alimentan las guerras, la energía verde alimenta la paz

Romper nuestra dependencia del petróleo puede desmantelar uno de los motores de conflicto más persistentes de la historia. La transición a la energía verde ofrece un camino hacia la paz, una mayor estabilidad geopolítica y una prosperidad global duradera

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Si bien el mundo considera con razón que la crisis climática es la amenaza más urgente que supone nuestra dependencia del petróleo, el carbón y el gas, hay otra consecuencia que se suele pasar por alto: los combustibles fósiles han sido factores que impulsan los conflictos, los desplazamientos y la inestabilidad geopolítica.

A medida que se intensificaba el conflicto con Irán, volvimos a ver lo volátil que es el mercado mundial de combustibles fósiles y lo estrechamente vinculado que está a los vaivenes de la guerra.

Cuando Israel lanzó ataques contra instalaciones nucleares iraníes, los precios del petróleo se dispararon por el temor a interrupciones en el suministro. El crudo Brent subió casi un 8 %, superando brevemente los 78,50 dólares, mientras que el West Texas Intermediate (WTI) no se quedó atrás, con un aumento de más del 7 %, según Oilprice.com.

La misma fuente señaló: «… cuando estalla repentinamente un conflicto militar con uno de los mayores productores de petróleo del mundo, que además controla el estrecho de Ormuz, el mercado presta atención».

Reuters informó más tarde que una segunda ola de nerviosismo sacudió los mercados a mediados de junio, después de que Estados Unidos lanzara ataques contra instalaciones nucleares iraníes, lo que intensificó los temores de un conflicto más amplio y de posibles daños a infraestructuras energéticas clave.

Aunque las interrupciones en el suministro han sido mínimas hasta ahora, el riesgo de interferencias en los envíos de petróleo a través del estrecho de Ormuz sigue siendo un factor importante que impulsa las reacciones del mercado.

Pensemos en las grandes guerras del siglo pasado. La invasión alemana de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial fue un intento desesperado por tomar los yacimientos de petróleo del Cáucaso. La invasión japonesa de las Indias Orientales Neerlandesas en 1941 estuvo motivada por la misma necesidad. En 1990, la incursión armada de Sadam Husein en Kuwait no fue solo una disputa fronteriza. Fue una maniobra para apropiarse de una de las reservas de petróleo más ricas del planeta.

La energía verde puede ser nuestro camino hacia la paz

Ahora imaginemos un mundo en el que la energía, uno de los motores más importantes de los conflictos modernos, sea abundante, se produzca localmente y sea imposible de monopolizar. Un mundo en el que el suministro de energía no requiera guerras.

Las fuentes de energía verde, como la solar, la eólica y la hidráulica, no solo reducen las emisiones de carbono. Desmantelan la geopolítica del petróleo. Permiten a las naciones generar su propia electricidad, reducir su dependencia de los exportadores de combustibles fósiles y eliminar uno de los motivos centrales de muchos conflictos modernos.

Las energías renovables también debilitan el control económico de los regímenes autoritarios que dependen de los ingresos del petróleo para financiar la represión y la agresión militar. La transición global hacia la energía limpia no es solo una necesidad medioambiental, sino también una estrategia democrática y de consolidación de la paz.

Alejarse de los combustibles fósiles también estabilizaría los mercados. Reduciría la vulnerabilidad del mercado bursátil a las crisis geopolíticas, las interrupciones de la cadena de suministro y la volatilidad de los precios del petróleo. Invertir en energías renovables predecibles y de origen local fomentaría una mayor estabilidad económica en todo el mundo.

Este cambio no solo suavizaría los ciclos de altos y bajos vinculados a la dependencia del petróleo. También abriría nuevas vías para la innovación, crearía millones de puestos de trabajo y apoyaría un crecimiento sostenible e inclusivo.

Y no se trata solo de evitar las guerras por el petróleo. También se trata de prevenir las guerras que el propio cambio climático provocará. A medida que los combustibles fósiles calientan el planeta, están sentando las bases para futuros conflictos: por el agua, las tierras cultivables, la seguridad alimentaria y la migración forzosa.

A menudo hablamos de las energías renovables en términos de salvar el planeta. Es cierto, pero incompleto. También debemos hablar de salvar vidas. No solo del aumento del nivel del mar o del calor extremo, sino también de las bombas, las invasiones y las crisis de refugiados.

Un mundo pacífico requiere algo más que diplomacia. Requiere desmantelar la infraestructura del conflicto.

La transición a la energía verde es una doble victoria: aborda las causas fundamentales del colapso climático y elimina uno de los desencadenantes de guerra más peligrosos de la historia.

Este artículo ha sido facilitado por la Fundación VoLo, una organización sin ánimo de lucro cuya misión es acelerar el cambio y el impacto global apoyando soluciones climáticas basadas en la ciencia, potenciando la educación y mejorando la salud.

 

 

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