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Remesas: Inmigrantes “no van a dejar de mandar dinero” pese a cambios en economía estadounidense

La VOA salió a las calles para averiguar cómo se mantiene el flujo del envío de dinero entre la comunidad inmigrante y habló con expertos para explicar el impacto de las mismas en América Latina, en medio de la prevista desaceleración de la actividad económica en países de origen de las remesas.

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Susy Castillo es de El Salvador y religiosamente envía remesas dos veces al mes para un total de 1.800 dólares. Ella, al igual que muchos inmigrantes en Estados Unidos, trabaja incansablemente para enviar el dinero necesario a sus familias y seres queridos a fin de que puedan sobrevivir y salir adelante.

“Envío dinero a mi mamá y mis hijos porque ellos están estudiando. El mayor está en la universidad y la menor está por terminar la escuela para también ir a la universidad. Me tengo que privar de muchas cosas aquí porque todo está carísimo, pero gracias a Dios tengo 6 años enviando mi remesa y no he fallado ningún mes”, cuenta a la Voz de América Susy Castillo, quien trabaja seis días a la semana, de 12 a 13 horas diarias, para poder cumplir con sus obligaciones financieras.

Elmer tiene 27 años y desde hace siete envía remesas a sus padres, quienes tienen una granja. “Yo les mando a mis padres para ayudarlos a mantener la finca, comprar los alimentos para los animales y los insumos que necesitan”, dijo a la VOA el joven trabajador, mientras se acercaba a la ventanilla de una casa de envío de dinero y cambio de cheques en Manassas, Virginia.

“Todo en EEUU está más caro, pero felizmente siempre he podido enviar la misma cantidad de 700 dólares mensuales”, afirma Elmer.

María trabaja en un hotel y al igual que Elmer llegó a depositar su remesa. Esta vez el envío era de 100 dólares. “Les mando a mis padres, para ayudarlos”, señaló. “Nuestro envío de remesa es muy importante porque a veces en nuestros países no tienen ni para comer o [cuando] se enferman. Gracias a Dios el trabajo no ha bajado, pero sí aquí en Estados Unidos hay que pagar muchas cosas y todo últimamente se ha puesto muy caro, pero a pesar de eso debo seguir mandando”, afirma María a la VOA.

Estos testimonios son sólo un reflejo de la realidad que viven muchos inmigrantes en Estados Unidos. Los expertos sostienen que estos envíos son “anticíclicos”.

“Esto significa que las personas mantienen su obligación familiar de enviar dinero a pesar de los cambios en los costos de vida. La tendencia cíclica del crecimiento económico significa que si hay un auge o una depresión se refleja el cambio en el consumo, pero en el caso del migrante el cambio en el consumo o gasto se produce en otras cosas, pero no se manifiesta en el envío de dinero”, explicó a la Voz de América Manuel Orozco, director de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano.

Esta explicación coincide con lo que se vive en las calles. Según cuenta a la Voz de América una empleada de una casa de envíos de dinero, sí se ha notado que si el cheque de la semana “sale bajito” el inmigrante reduce un poco la cantidad de su envío, pero trata de ponerse al día en su próxima remesa.

“Hemos visto que nuestros clientes cuando vienen a cambiar su cheque se quedan con lo mínimo para poder enviar la remesa que su familiar necesita. Y por más caro que esté todo, porque aquí [en EEUU] todo es extremadamente caro es increíble cómo los latinos hacemos lo que tenemos que hacer: trabajar y ayudar a nuestros seres queridos”, cuenta la empleada, quien prefirió mantener su nombre en reserva.

 

Puede leer la nota completa aquí en VoA Noticias

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