En un momento crucial para la acción climática mundial, el mundo se reunió en un reciente encuentro virtual bajo el liderazgo del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Diecisiete países, desde gigantes económicos hasta Estados insulares vulnerables, se unieron para impulsar la COP30 (30ª Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas) en Brasil, que marca el 10º aniversario del Acuerdo de París.
Pero aunque la reunión puso de relieve el compromiso de acelerar la ambición climática, también reveló una ausencia notable: la de Estados Unidos.
La sesión de dos horas, celebrada a puerta cerrada, contó con la participación de China, la Unión Europea, la Unión Africana, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), y pequeños Estados insulares en desarrollo. Guterres la describió como una de las reuniones centradas en el clima más diversas de los últimos tiempos, y una poderosa demostración de que el mundo está avanzando «a toda velocidad» en materia de energía limpia y resiliencia climática.
El mensaje no puede ser más claro. Los países están actualizando sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), los planes de acción climática centrales del Acuerdo de París, con objetivos más audaces y un alcance más amplio. En particular, el presidente de China, Xi Jinping, confirmó que sus CDN actualizadas abarcarán todos los sectores y gases de efecto invernadero.
Aunque China sigue aspirando a la neutralidad de carbono para 2060, con diez años de retraso respecto al objetivo de cero emisiones netas para 2050, está avanzando en una dirección que refleja la comprensión de la crisis climática y la lógica económica cambiante de las energías limpias. Xi reafirmó el compromiso de China con la cooperación internacional y su visión de un “destino compartido para la humanidad”.
China es actualmente el mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero, responsable de cerca del 30% de las emisiones globales. Le sigue Estados Unidos, que contribuye con cerca del 13%. Aunque Estados Unidos emite menos de la mitad del total de China, las políticas y posturas climáticas de ambas naciones son clave. Sus caminos hacia delante, o hacia atrás, marcarán el futuro de los esfuerzos climáticos mundiales.
Paralelamente, Guterres destacó cómo la reducción de los costos de las energías renovables ya no es sólo una solución climática, sino también una palanca económica. “El sector de las energías limpias está en auge, creando empleo e impulsando la competitividad y el crecimiento en todo el mundo”, afirmó. De hecho, desde que se firmó el Acuerdo de París, el calentamiento global previsto se ha reducido de más de 4 °C este siglo a 2,6 °C si se cumplen los compromisos actuales. Aún lejos del objetivo de 1,5 °C, pero una señal inequívoca de progreso.
Entonces, ¿por qué faltó Estados Unidos en la mesa? El silencio, en un momento tan crítico, lo dice todo. En un momento en el que el mundo se está alineando detrás de la ciencia climática, la energía limpia y la colaboración internacional, la ausencia de Estados Unidos, el país que una vez lideró la conversación mundial sobre el clima, representa una oportunidad perdida de proporciones históricas.
Aquí resuena la idea filosófica de que “la naturaleza aborrece el vacío”. El vacío, especialmente en el liderazgo mundial, invita a otros a ocupar el lugar. China, que antes dudaba, ahora está dando un paso adelante, con cuidado, estratégicamente, pero de forma innegable. La Unión Europea sigue impulsando objetivos climáticos ambiciosos. Y los países más vulnerables al cambio climático se niegan a esperar a que actúen los más lentos.
La retirada de Estados Unidos no es solo una ausencia geopolítica, es una oportunidad económica y moral perdida. La revolución mundial de las energías limpias no espera. Los puestos de trabajo, las tecnologías y los mercados del futuro se están creando ahora. Y mientras otros países construyen el marco de una economía baja en carbono, Estados Unidos corre el riesgo de quedarse al margen, viendo cómo se desarrolla el futuro sin nuestra participación.
Sin embargo, este movimiento, impulsado por la conciencia, la ciencia y el realismo económico, es ahora demasiado poderoso para detenerlo. Como declaró el Sr. Guterres: “No podemos, no debemos y no cejaremos en la acción climática”.
El mundo avanzará, quizá más lentamente, quizá con más fricciones, pero avanzará. Y al hacerlo, demostrará que el liderazgo no es un derecho de nacimiento; es una elección.
Estados Unidos aún está a tiempo de volver a la primera línea de la acción climática. Pero esa ventana se está cerrando. Y si no da un paso al frente pronto, la historia puede recordarlo no como el líder del siglo de la energía limpia, sino como el que dejó que el futuro lo escribieran otros.
Esta entrevista ha sido facilitada por la Fundación VoLo, una organización sin ánimo de lucro cuya misión es acelerar el cambio y el impacto global apoyando soluciones climáticas basadas en la ciencia, potenciando la educación y mejorando la salud.