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Colombia ¿y en este instante?

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Evidentemente es muy temprano para poder hacer escenarios que permitan presagiar lo que eventualmente ocurrirá en Colombia en los próximos años. Aventurarse con hipótesis es más un ejercicio de adivinación que un trabajo analítico. Lo que si queda claro es que en la segunda vuelta presidencial del pasado 19 de junio, se mostró poco debate propositivo, el populismo estuvo a la orden del día, la abstención siguió siendo elevada y hay un país dividido en dos trozos similares, evidenciando un centro de la nación que sufragó por Hernández -más que por él, contra su adversario- y una periferia que votó por Petro.

No es un secreto que el mandatario electo genera inquietudes, no solo por su discurso -en muchos casos poco concreto y contradictorio- y por el balance de sus distintas funciones políticas, sino también por el equipo que lo acompaña en el que actúan personas con distintas inclinaciones y que representan tendencias que parecen unirse solamente por su aspiración de llegar al poder.

De allí que si Petro busca disminuir las sombras que aparecen en torno a su figura, es preciso que envíe ciertas señales que mitiguen los peligros con los que lo etiquetan. En ese sentido, urge que cuanto antes señale el nombre de los ministros del área económica, de Relaciones Exteriores y de Defensa, colocando actores probos que generen confianza por sus ideas, su perfil y su experticia en el área. Luego vendrá el siguiente reto, pues no es suficiente con designarlos, sino que para completar el esquema, tiene que escucharlos.

En el escenario de la transición han aparecido ciertos nombres como Mauricio Lizcano que tienen experiencia y manejan el tema político. A eso se une la postulación de Roy Barreras, un político que ha respaldado a presidentes anteriores y que puede tender puentes con otras fuerzas, como presidente del Senado, en detrimento de Gustavo Bolívar, un factor mucho más radical y poco dado a generar respaldos.

Adicional a lo anterior, Petro ha dado una imagen institucional al plantear reuniones con actores disímiles como el presidente Duque, a quien visitó en la casa de gobierno, y el expresidente Uribe, quien de manera gallarda y elegante le respondió que acudiría al encuentro. De la misma manera, si quiere asegurarse una gobernabilidad, requiere el apoyo de otras fuerzas, por ende, el respaldo vigilante que ofreció el Partido Liberal es a la vez una carta que aspirará generar control por si al primer mandatario se le ocurriese tratar de explorar atajos.

Petro en sus manos tiene la posibilidad de hacer las cosas bien y de demostrar que las muestras de amplitud no son producto de lo edulcorado del triunfo. Diferenciarse de las experiencias demagógicas, violatorias de los derechos humanos y que han querido atribuirse una alianza ideológica con él, es vital. De hacerlo, a Colombia podría irle bien. De fracasar y repetir escenarios malogrados, no solo su país se estancará, sino que para sus seguidores, y los que votaron por él cansados de no tener opciones que se diferencien de muchos años de vida política, será una frustración marcada que podría abrir la puerta al caos.

correoacademicoldav@gmail.com

@luisdalvarezva

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