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Mujeres, inmigrantes, abusadas: Una esperanza

Maltratadas en sus países de origen y también en Estados Unidos, donde esperaban encontrar paz. Tienen a su servicio importantes recursos legales; pero hay que hacer que los conozcan. Mientras tanto, activistas luchan por ampliar las herramientas que las pueden proteger.

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Para muchas mujeres víctimas de la violencia doméstica en el mundo, la migración constituye su principal estrategia de supervivencia. Pero durante los últimos años, la probabilidad de encontrar protección en Estados Unidos llegó a ser más baja que nunca.

Durante el verano, el fiscal general Merrick Garland revocó una decisión tomada por la anterior administración, que cerraba la puerta a muchas solicitantes de asilo por motivos de violencia doméstica. ¿Ha mejorado con este cambio la perspectiva para ellas?

Un testimonio

Milagro, una mujer salvadoreña que recientemente consiguió asilo por motivos de violencia, ofreció su testimonio. “Vine en el 2015, porque me secuestraron en mi país, un pandillero de la Mara 18. Logré escapar, pero él seguía buscándome. Mi vida peligraba, puse una denuncia; pero mi caso no fue resuelto, no me ayudaron”.

Milagro tenía su novio, con quien se iba a casar. “Pero yo le gusté a esa persona, él sintió que tenía la autoridad de elegir. Me dijo: Me gustas y vas a ser mía por las buenas o por las malas”.

No hizo caso a lo que él le decía, no lo creyó capaz. Lo peor vino después. “Empezó a amenazarme, consiguió mi teléfono. Me amenazó con matar a mi abuelita. Tuve que acceder por la vida de ella y por la mía”.

Créditos: Pexels

Ese día la golpeó, violó y amenazó con una pistola, narra entre sollozos y con voz entrecortada. “Me hizo eso por varios meses. La última vez me golpeó por cuatro horas, me dijo que me iba a cortar en pedacitos, me quemó con una plancha de ropa. Dislocó mis manos. No puedo creer que esté viva, porque él iba a matarme. Amenazó con dejar las partes de mi cuerpo repartidas entre las casas de mis familiares”.

Milagro decidió cruzar a Estados Unidos y explicar que estaba luchando por su vida. Agradece al abogado que la ayudó. “No fue fácil, fue una batalla larga”, recuerda.

Milagro asegura que es un trauma que no se puede quitar. “Es como una quemada grande, que deja cicatriz”. Tiene una hija y está embarazada. Dice que ahora está con una persona que la valora.

Una voz con experiencia

“Si la audiencia de Milagro se hubiera realizado hace un año, el caso se hubiera negado como pasó con la mayoría de los casos en ese momento” según Marta Victoria Canossa, de Ortega, Canossa y Asociados.

Ella es abogado de inmigración y al menos la mitad de sus clientes son víctimas de la violencia doméstica. “Creamos el caso con base en la imposibilidad de las mujeres afectadas de dejar su relación”, revela.

Sus opciones se basan en el lugar de donde vienen. “Si la violencia ocurre en su nación de origen pueden acceder a protecciones. Deben aplicar para alivio desde que entran al país”.

Afirma que es importante que las inmigrantes cumplan con los plazos para poder aplicar más adelante para la ciudadanía. “Se debe pedir el asilo dentro del primer año después de entrar”. También hay un asilo de asistencia para las mujeres que son víctimas de fuerza de sus gobiernos.

Detalla que es muy difícil que una dama abusada pueda acceder a la embajada de Estados Unidos en su país y pedir asilo. “La falta de recursos en las embajadas empeora el problema”. Sin embargo, el departamento de Estado ayuda a dar la cara a las mujeres en su propia tierra, donde no son protegidas.

Si la violencia doméstica ocurre en EE.UU. las mujeres pueden enviar una petición o solicitar una visa para ser protegidas. También ayuda a los hombres que son víctimas de abusos y está disponible para quienes estén casados con residentes legales y ciudadanos estadounidenses.

Canossa recomienda crear un reporte policial con evidencias como mensajes de textos, amenazas o testigos. Explica que es un proceso largo. “Toma hasta 2 años en aprobarse, quizá se debe a la pandemia; pero mientras esperan pueden recibir un permiso de trabajo”.

Sugiere a las afectadas contactar una organización sin fines de lucro para conseguir un abogado. Pueden solicitar un estado legal permanente, que sería la única vía a la ciudadanía.

La visa U está disponible para víctimas que no tiene un estado legal migratorio en el país. Requiere que se haga un informe policial, lo cual es un trámite complicado. Esta visa demora años para ser aprobada, porque tiene límites de cantidad.

Canossa ha manejado casos de visa U para hombres. Afirma que, si la evidencia es suficiente, estas solicitudes proceden.

En cuanto a los reclamos en cortes familiares, dice que son totalmente independientes de estos procesos; pero los casos en dichas cortes pueden ser utilizados para apoyar el reclamo.

Algo de historia

Blaine Bookey es Directora Jurídica del Centro de Estudios de Género y Refugiados de la Facultad de Derecho de la Universidad de California, en el Hastings College of Law.

Subraya que, para las personas que tienen miedo de volver a sus naciones de origen, hay protección humanitaria. “Tenemos la Ley para Refugiados de 1980, para que estas personas puedan tener un estatus, que incluso pueden buscar desde sus países.

Para quienes están en la frontera o dentro del país, existe la posibilidad del asilo; siempre que exista un miedo con fundamento o persecución por raza, religión, nacionalidad, opinión política o por ser miembro de algún grupo social en particular. También aplica para los perseguidos por un gobierno o por un grupo no gubernamental, pero que el gobierno no le pueda brindar protección.

Sin embargo, la profesional lamente que en la lista de causales no esté incluido el género, lo cual ha detonado un debate desde hace más de 40 años, para entender dónde encajan los reclamos de las mujeres.

Agrega que la ley de 1980 está basada en obligaciones, debido a tratados desde la Segunda Guerra Mundial; además de la Convención de 1951 acerca de refugiados. “Era un tiempo en el cual los derechos de las mujeres no eran considerados derechos humanos. Por eso quienes escribieron estos tratados no tuvieron en mente este problema”, explica.

Pero a partir de los años 90 se ha puesto el foco aquí, básicamente gracias a la Agencia de Refugiados de las Naciones Unidas. “Desde allí se ha entendido que los reclamos de las mujeres pueden verse bajo la óptica de los refugiados. Se ha entendido la violencia doméstica y sexual como un tipo de persecución”, detalla la vocera.

En 2014 el Departamento de Justicia decidió que la violencia doméstica puede ser base para un asilo y se sentó un precedente.

Sin embargo, en 2018, la administración Trump deshizo la decisión de 2014. “Esto resultó increíblemente dañino. Fue una gran victoria volver a como estaba la ley antes”.

Hubo mujeres a quienes se les negaron sus casos, pero ahora el Departamento de Justicia está dispuesto a considerar las apelaciones.

Tareas pendientes

Para Bookey aún hay muchos obstáculos, como la politización de las cortes de inmigración. “El gobierno anterior colocó jueces que llevaron la denegación de casos hasta 90% y eso no es normal”, denuncia.

También hay falta de accesos a abogados y consejería. “Los casos de quienes se tuvieron que quedar en México tuvieron menor representación. Las detenciones se han incrementado, tras haber bajado durante la pandemia. Esto traumatiza a la gente y les dificulta litigar”.

Rescata que se haya cancelado el programa MPP o Permanecer en México. “Este programa dañó a mucha gente”. Sin embargo, lamenta que el título 42 de la Política de Expulsión por Salud Pública fuera adoptado por la administración de Joe Biden.

También recuerda que el presidente Biden ha declarado mediante Orden Ejecutiva que se debe alinear a Estados Unidos con las políticas internacionales en este sentido.

“Debemos demostrar que el motivo de ataque contra una mujer fue su género. El estándar es muy complicado. Reconocer a una mujer como parte de un grupo protegido ya es controversial”.

La activista refiere que se contemplan mejoras en el proyecto de ley para que las solicitantes demuestren por qué son víctimas de sus atacantes. “El objetivo es que no queden vulnerables ante posibles ataques en otro futuro gobierno”, concluye.

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