La educación, la “moneda del amor” que impulsa a las familias migrantes
Para la académica de Harvard Gabrielle Oliveira, migrar es también una forma de amar. Su investigación revela cómo miles de familias ven en la educación de sus hijos el verdadero sentido del sacrificio y la esperanza que los impulsa a cruzar fronteras
Más allá de las fronteras, la migración familiar es un acto de amor, sostiene la investigadora Gabrielle Oliveira, profesora de la Universidad de Harvard. En su análisis, la educación se convierte en el puente invisible que une a padres e hijos separados por la distancia y los sueños de un futuro mejor.
“La educación es la moneda del amor”, afirma Oliveira, retomando el concepto central de su libro Now We Are Here: Family Migration, Children’s Education, and Dreams for a Better Life. “Es la forma en que los padres miden el valor del sacrificio, porque creen que cada esfuerzo, cada separación, tiene sentido si abre una puerta a sus hijos”, explicó
Las aulas como refugio y espejo de las migraciones
La profesora Oliveira, originaria de São Paulo, Brasil, ha dedicado más de una década a estudiar la vida de familias migrantes en México, Estados Unidos y Brasil. Su trabajo etnográfico revela que las escuelas no son solo espacios de aprendizaje, sino escenarios donde se negocian identidad, trauma y pertenencia.
“Los salones de clase son lugares donde se reconstruyen familias”, señaló. “Allí los niños aprenden no solo inglés o matemáticas, sino también cómo narrar quiénes son y de dónde vienen”.
En sus investigaciones, Oliveira observa que muchos docentes se convierten, de forma silenciosa, en mediadores emocionales. “Cuando una maestra aprende a pronunciar correctamente el nombre de un alumno o reconoce la historia de su país, ese gesto valida toda una identidad”, apuntó.

El costo emocional de la separación
Oliveira subraya que detrás de cada decisión de migrar hay una dimensión afectiva que rara vez se discute en los debates políticos sobre inmigración. “Las políticas públicas suelen reducir la migración a números, pero para las familias se trata de una historia moral, una historia de amor y sacrificio”, dijo
Las madres que dejan a sus hijos atrás añadió cargan con una culpa que solo se mitiga al verlos estudiar y avanzar. “Cuando un hijo aprende, la distancia duele menos. La escuela se convierte en una prueba tangible de que todo el esfuerzo valió la pena”, explicó.

De la investigación a la empatía social
Oliveira, quien combina la antropología y la educación en su trabajo, aboga por políticas escolares más humanas, especialmente en comunidades con alta presencia de estudiantes migrantes. “No se trata solo de enseñar inglés, sino de enseñar empatía”, destacó.
La académica ha colaborado con programas de educación bilingüe en Massachusetts y Nueva York, donde observa un patrón común: “Las familias brasileñas y latinoamericanas quieren integrarse, pero no perder su lengua ni su historia. Su identidad no es un obstáculo; es una riqueza para las escuelas”.
Una lección de amor que cruza fronteras
Para Oliveira, comprender la migración desde la mirada educativa permite romper con los prejuicios. “Cuando escuchamos a los niños, entendemos que la migración no es solo una crisis, sino una estrategia de amor y esperanza”, concluyó.
Su mensaje es claro: más que estadísticas o titulares, cada familia migrante encierra una historia de fe en la educación como herencia, un gesto que trasciende fronteras y redefine el sentido mismo de hogar.