Alejandro Celedón: “Logré mezclar lo mejor de los medios tradicionales y digitales”

Desde sus inicios en la radio venezolana hasta su consolidación en medios impresos y ahora digitales, Alejandro Celedón ha trazado una carrera periodística marcada por la versatilidad, el criterio editorial y una conexión constante con el estilo de vida como fuente.

Hoy, desde Miami, continúa escribiendo para medios tradicionales como El Universal, Estampas y la revista ConClase, pero también lidera uno de los perfiles más seguidos sobre la vida en la ciudad: Así se vive Miami. Conversamos con él sobre su tránsito entre medios, su enfoque editorial y la visión personal que transmite desde sus plataformas digitales.

Entre lo tradicional y lo digital

—¿Cómo fue tu transición de los medios tradicionales a los digitales? ¿Sigues vinculado a ambos mundos?

Afortunadamente, sí. En Estados Unidos sigo colaborando en medios tradicionales de manera puntual. Por ejemplo, he trabajado con Univisión o con agencias que me piden redactar entrevistas o comunicados de prensa. En Venezuela, continúo publicando en medios como El Universal, El Estímulo o ConClase. Allí he hecho entrevistas de portada a personalidades como Ruddy Rodríguez, Athina Marturet o Luis Chataing, y mi columna gira en torno al estilo de vida —una fuente a la que me he dedicado con pasión, porque permite ofrecer contenido que hace la vida más llevadera: gastronomía, arte, moda… temas que me gustan y que considero importantes.

—¿Qué te motivó a incursionar en redes sociales?

Desde el auge de Twitter y Facebook sentí la necesidad de formarme. Hice cursos, pero también aprendí mucho de manera empírica. Sabía que había que subirse a ese autobús, porque si no te quedas atrás. Tener formación académica y experiencia como editor en revistas como Estampas o Etiqueta me dio un criterio muy útil al seleccionar contenidos.

Pero las redes tienen sus propias reglas: inmediatez, exposición constante, algoritmos que muchas veces te exigen condensar en 15 segundos lo que uno antes desarrollaba en tres páginas. Eso puede ser abrumador, pero también es un reto creativo. Creo que he logrado combinar lo mejor de los dos mundos.

La apuesta por el estilo de vida

—¿Por qué el estilo de vida terminó siendo tu fuente principal? ¿Fue una decisión consciente?

En realidad, desde muy joven me interesaron temas como arte, literatura, moda, gastronomía y turismo. Empecé en la radio siendo aún estudiante universitario, como productor de Marianella Salazar. Fue una experiencia increíble porque ella abordaba todo tipo de temas con un estilo único. Luego, en Etiqueta, comencé como redactor y más adelante fui editor.

Me metí de lleno en el estilo de vida y, aunque habría podido cubrir política, me siento afortunado de haber seguido otro camino. La política venezolana ha sido tan desgastante que admiro profundamente a los periodistas que se han mantenido en esa fuente.

Así se vive Miami

—Hablemos de @asisevivemiami. ¿Cómo nació y cómo ha evolucionado?

La idea nació cuando todavía estaba en Venezuela. Abrí en Twitter la cuenta Así se vive en Caracas, donde compartía información sobre la movida cultural de la ciudad. Cuando me mudé a Miami, quise replicar ese concepto, pero en Instagram y en español, porque sentía que hacía falta una voz así para los hispanohablantes residentes y turistas. Al principio publiqué en inglés, pero me di cuenta de que ya había muchas cuentas así. En cambio, la comunidad hispana necesitaba contenido útil, cercano y en su idioma.

La cuenta ha evolucionado bastante. Al principio me enfocaba en lo visual, lo típico de Miami: playas, paseos en bote, la vida nocturna. Pero luego empecé a incluir cultura, arte, teatro, museos… Quiero que la gente también se acerque a esas otras ofertas de la ciudad. Hoy creo que esa variedad es lo que distingue mi cuenta de otras similares.

—¿Qué es lo que más te gusta personalmente de Miami? ¿Qué elegirías tú como lector de tu propia cuenta?

Lo que más disfruto son los planes al aire libre. Soy fanático de esos espacios donde uno puede estar en contacto con el paisaje sin necesidad de gastar mucho. Por ejemplo, me encanta hacer picnic en South Pointe Park, en el extremo sur de South Beach. Allí los atardeceres son impresionantes, ves a la gente haciendo yoga, paseando a sus perros, haciendo ejercicio… Hay una energía muy bonita. También disfruto mucho la oferta cultural: conciertos de la Miami Symphony, presentaciones teatrales en español e inglés, actividades en parques y museos. Me gusta que Miami te permite apropiarte de la calle, vivirla, caminarla, compartirla.

Una ciudad en evolución

—Después de siete años, ¿cómo ha cambiado tu visión de la ciudad? ¿Cómo era tu percepción en 2018 y cómo es ahora?

Miami siempre deslumbra visualmente. Desde el principio me atrajo su diversidad, esa mezcla de culturas que puede fascinarte o intimidarte. Pero con el tiempo, uno se va apropiando de ella, descubriendo nuevas capas. La veo ahora como una ciudad mucho más rica culturalmente, con una oferta artística en crecimiento y con oportunidades para aportar desde la comunicación. Sigue siendo la capital latinoamericana de Estados Unidos, y eso le da un encanto muy especial.

Yo me siento parte de esta ciudad y, desde mi espacio, intento contarla, celebrarla y hacerla más accesible para todos. Miami es una ciudad joven, comparada con otras grandes urbes del mundo. Y, sin embargo, en muy poco tiempo se ha transformado en una metrópoli vibrante, que crece a un ritmo vertiginoso. Eso se ve en las construcciones, en los nuevos rascacielos, en las grandes obras de infraestructura, en las autopistas. Hay muchísimo dinero entrando en la ciudad, y eso tiene consecuencias positivas y negativas.

Lo que no ha cambiado es mi sensación de que Miami es una ciudad que recibe a todos. Una ciudad en la que todo el mundo tiene cabida. Eso es clave para quienes venimos de fuera. Sigue siendo un lugar bastante amable con el inmigrante. Si Estados Unidos es un país de inmigrantes —aunque a muchos les cueste admitirlo—, Miami lo es aún más. Aquí un latino puede sentirse como en casa, y quien no lo es, se siente igualmente seducido por la multiculturalidad que define a la ciudad.

—Algunas personas dicen que Miami puede sentirse solitaria. ¿Lo has percibido así?

Sí, he escuchado eso muchas veces. Creo que tiene más que ver con el ritmo de vida que exige la ciudad. Es costosa, y mucha gente tiene que tener dos o tres trabajos para poder sobrevivir. Eso deja poco tiempo para socializar o crear comunidad. Pero no es una ciudad hostil. Solo que hay que saber adaptarse a su dinámica.

El desafío de narrar Miami

—Como creador de contenido, ¿cómo haces para cubrir una ciudad tan intensa sin colapsar en el intento?

(Ríe) ¡Es una locura! Porque además yo llevo solo la cuenta. Yo soy el que sale a grabar, el que toma la foto, el que edita, escribe, publica… Y eso, con ideas rebotando todo el tiempo en la cabeza. A veces me preguntan si vivo de la cuenta. Y no, no del todo. Me ha generado ingresos —algunos importantes, gracias a marcas que se han interesado, como los Marlins o productoras de eventos—, pero aún no es mi única fuente de trabajo.

Por eso toca ser muy selectivo. Filtrar lo que vale la pena publicar, lo que se alinea con el tono editorial que he definido. Siempre intento mostrar lo positivo. No porque ignore los problemas de la ciudad, sino porque decidí que esa no sería mi línea. Prefiero ofrecer opciones para disfrutarla, para descubrirla.

—¿Qué sectores de la ciudad te parecen más emocionantes ahora mismo?

El gastronómico, sin duda. Miami ha tenido un crecimiento impresionante en ese campo. La llegada de la Guía Michelin y la inclusión de restaurantes de la ciudad es un hito. Aunque Estados Unidos no tenga una identidad gastronómica definida como sí ocurre en países como España, esa misma diversidad es una fortaleza: aquí puedes probar de todo, y de muy buena calidad. Hay chefs excelentes, propuestas atrevidas. Es una ciudad donde puedes comer increíblemente bien.

La visión a futuro

—¿Cuál es tu visión a futuro para Así se vive Miami?

Me gustaría que la cuenta siguiera creciendo y que se convirtiera en una multiplataforma: tener una página web, un canal de YouTube, un pódcast, salir a la calle a hacer entrevistas. Recoger el feedback de la gente, conocer cómo sienten y viven la ciudad. Ser algo más que una cuenta de Instagram: una ventana a la ciudad, un medio de comunicación con contenido útil, entretenido y cercano.

—Tú vienes de los medios tradicionales. ¿Qué consejo le darías a quienes están empezando hoy desde las redes, sin una formación académica en periodismo?

Primero, que se formen. Hoy es mucho más fácil que antes. Hay cursos gratuitos en línea, plataformas como Coursera con contenido de universidades de prestigio. No se trata de tomar cualquier curso, sino de aprender de fuentes serias.

Segundo, observar a quienes lo están haciendo bien. Pero no para copiar, sino para inspirarse. Hoy todo gira en torno a los clics y la viralidad, pero hay que cuidar la calidad. Está bien ser viral, pero no a costa de los demás. No con un chiste de mal gusto o con el dolor ajeno. Hay que ofrecer contenido con respeto, tanto por ti como por tu audiencia.

Y tercero, encontrar tu esencia. Saber qué te hace distinto. Si decides que tu cuenta sea personal, que tu voz esté al frente, entonces deja que esa voz brille. En mi caso, tengo un dilema: la cuenta no se llama Alejandro Celedón, y por eso salgo poco. Hay quienes me dicen que debería aparecer más, mostrarme. Pero yo siento que el protagonista no soy yo, es la ciudad. Y ese es un estilo también.