Venezuela: de Chávez a Maduro, “la preservación del poder a toda costa”
A 10 años de la muerte del presidente Hugo Chávez, su sucesor, Nicolás Maduro se ha visto obligado a cambiar el discurso que propugnaba el "Socialismo del siglo XXI", los expertos explican por qué
Una salva retumba a las 16h25 en el simbólico barrio del 23 de Enero en Caracas, todos los días: es la hora que anunciaron que murió Hugo Chávez hace 10 años.
Nicolás Maduro llegó entonces al poder, ungido por su antecesor, que quedó convertido en un símbolo casi religioso al que se le hace culto en el Cuartel de la Montaña, donde yace el cuerpo tras su muerte el 5 de marzo de 2013, cuatro meses antes de cumplir 60 años.
No obstante, la veneración a Chávez ha menguado mientras Maduro busca erigirse como el principal líder. El equipo del presidente se ha esforzado en diseñar una imagen propia, sin imitar, como al principio, el estilo de su antecesor.
Maduro heredó de Chávez una popularidad de 50%, que mermó con la crisis.
En 10 años, el gobierno de Maduro ha estado marcado por una crisis económica sin precedentes, manifestaciones brutalmente reprimidas, con una investigación internacional por crímenes de lesa humanidad, una reelección desconocida internacionalmente (2018), sanciones internacionales (2019) y un fracasado gobierno opositor paralelo (2019 y 2023), además de denuncias constantes del mandatario de planes para asesinarlo.
“Populismo macroeconómico”
«A nuestro amado Comandante Chávez debemos recordarlo con alegría, fervor patrio y compromiso revolucionario, como presente y reto de futuro. Siempre con la mirada puesta en el horizonte de la Venezuela del siglo XXI. ¡La Venezuela que echa pa’ lante!», escribió en Twitter el mandatario, a dos días de cumplirse los 10 años la muerte del líder socialista.
“Hoy el chavismo dejó de ser un proyecto épico romántico que convocaba a la izquierda venezolana y se convirtió en un proyecto de obsesión por la preservación del poder a toda costa”, explica a la Voz de América Nicmer Evans, politólogo y militante que rompió con el chavismo en 2013 antes de la primera elección de Maduro.
Del discurso de Maduro prácticamente desapareció aquel socialismo del siglo XXI que tanto propugnó Chávez.
De cualquier forma, Maduro puede recuperar su legitimidad internacional en 2024, cuando buscará un tercer mandato de seis años.
El camino ya está labrado en medio de “los cambios geopolíticos a nivel mundial (que) le han abierto oportunidades para la venta de petróleo (…) dejando a un lado la crisis de Venezuela y los aspectos ideológicos”, indica Quintero.
Además de una oposición profundamente dividida y debilitada, después de llegar a su punto más alto, con la conquista de la Asamblea Nacional en 2015, y su estrepitosa caída con el fracaso del denominado gobierno interino de Juan Guaidó.
“No hay una fuerza opositora que de verdad sea una amenaza”, dice Parra. “El chavismo aprendió (…) que no pueden dejar que haya tanta libertad en las elecciones porque puede significar una amenaza para ellos”.
Las condiciones de hecho encabezan la agenda opositora en la mesa de negociación de México, paralizado desde noviembre a la espera del desembolso de recursos congelados por las sanciones internacionales contra Maduro para atender la crisis humanitaria.
Y así, dice Evans, “Maduro hoy es capaz de volver a ganar una elección presidencial teniendo la minoría que tiene”.