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Vacunas COVID para niños: ¿qué sabemos?

Con la reciente aprobación de las vacunas para los pequeños, surgen expectativas y dudas. Expertos responden a las mayores preocupaciones

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Hace dos semanas, la directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), Rochelle P. Walensky, respaldó la recomendación del Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización de los CDC (ACIP) de que los niños de 5 a 11 años sean vacunados.

La vacunación de 28 millones de niños de esas edades podría ayudar a Estados Unidos a dar un giro en alcanzar el 75% de inmunización, según los expertos en salud.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que las tasas de infección entre ellos se han incrementado.

Monica Gandhi, profesora de Medicina de la Universidad de California en San Francisco’s School of Medicine, cuenta que el 20 septiembre hubo resultados de Pfizer para este grupo de edad.

Según ella, el producto fue diseñado con seguridad de inmunogenética, se registraron buenas respuestas de anticuerpos y se estima una reducción de las infecciones en 90,7%. También apunta que se registran pocos niños con infecciones asintomáticas.

Sin embargo, alerta que hay que tener en cuenta muchas sutilezas en cuanto a su administración.

La especialista escribió en Time Magazine sobre 3 puntos al respecto. El primero, es que los niños están en menor riesgo de contraer el COVID. Por ello, cree que hubo exceso en el cierre de las escuelas.

Apunta también que, durante el problema con la variante Delta, hubo más casos con niños entre 5 y 11 años, especialmente en lugares con poca gente vacunada.

“Por esto creemos que deben vacunarse. También se reduce la transmisión a otras personas. Esto es importante porque vivimos en comunidad”, dice.

La tercera premisa es cómo administrar la vacuna: “Pienso que los padres tienen preocupaciones sobre la seguridad. Hay maneras de asegurarse al respecto”. Las dosis de la vacuna de Moderna son de 100 microgramos para adultos, 30 microgramos es la dosis para adolescentes y para niños serían 10 microgramos.

“A los 11 años tienen un sistema inmunológico robusto, que responde activamente con 10 microgramos”, asegura. Por ello, la Administración Federal de Drogas o FDA instruyó a Pfizer no usar 20 microgramos.

Hallazgos recientes

La doctora recomienda también más tiempo entre las dosis. “Estamos viendo mejores respuestas de los anticuerpos y estamos observando las respuestas de las células T. Hay datos de efectividad clínica en Quebec, Canadá, con dosis en intervalos de ocho semanas. Con un intervalo de tres semanas entre dosis teníamos 82% de efectividad; pero con 8 semanas subía a 92%”, explica.

Revela que el término “inmunidad de rebaño” ya no se usa, tras la variante Delta. “Nos dimos cuenta de que no la íbamos a alcanzar. Cambiamos el concepto por control”, señala.

Esto implica vigilancia en las vacunas y en el tratamiento para quienes no quieren ser vacunados; así como desarrollo de medicamentos antivirales.

La doctora Gandhi finaliza: “Estamos a 68% de tasa de vacunación entre personas elegibles en todo el país. Estos 28 millones de niños van a añadir más y el virus encontrará menos personas para contagiar, con eso colabora la inmunidad natural”.

 

Niños, COVID y cotidianidad

 

“Desde que se publicaron los resultados de las investigaciones en vacunas para niños, madres y padres me están visitando y llamando”, relata Jennifer Miller, médico pediatra de East Bay Pediatrics.

La profesional refiere que, si bien el COVID no es tan severo en los niños, sí les afecta y tenemos cientos de fallecidos. Tenemos la oportunidad de ponerles las vacunas para que no enfermen o que sea más leve para los vacunados.

“La gente estaba emocionada, querían tener normalidad en sus vidas, viajar en las fiestas, volver a las escuelas. Por primera vez los niños quieren vacunarse, compiten con sus amigos a ver quién lo hace primero”, cuenta entusiasmada.

 

Crédito: Max Fischer – Pexels

 

 

Pero hay gente que tiene temor a vacunar a sus hijos por posibles efectos secundarios. “Tenemos pruebas de que no afectan la fertilidad o el ADN de los pacientes. También se teme a la miocarditis. El virus en sí la causa y puede ser muy grave; pero en los estudios de la vacuna para niños no hemos encontrado casos”.

Alerta que ha lidiado con niveles altos de depresión, ansiedad y pensamientos suicidas en niños y adolescentes.” Han sido alejados de todo lo que consideraban normal. Han perdido familiares con el COVID”, detalla.

Cuando comiencen la escuela, la ansiedad y depresión van a mejorar, asegura. “Pero si no los vacunan, no lo vamos a superar. Estos niños deben continuar con su vida normal”, aconseja la especialista.

Muchos pequeños han perdido un año de educación y eso es un gran problema. Niños y niñas con necesidades especiales no han recibido los servicios que necesitan. Esto ocurre especialmente en familias de color.

Finaliza insistiendo en que, ante las fiestas venideras, es muy importante vacunarse antes para evitar la propagación.

Contradicciones

María Meraz, fundadora y directora de Parent Engagement Academy in Los Angeles, trabaja todos los años con 2 mil a 3 mil madres y padres. Por lo general son primera generación de inmigrantes latinos. Con el COVID pasaron de encuentros presenciales a Zoom.

Detalla que hay algunas escuelas donde existe preocupación por la vacuna, por lo cual la academia decidió crear un entrenamiento de hora y media. Al final de sus otras sesiones también dan información sobre dónde obtenerla.

“No todos expresan su preocupación; pero si algún padre dice algo, entendemos que hay otros con la misma inquietud”.

Dice que la mayoría de la gente que acude es de bajos ingresos, no tienen TV por cable ni acceso a información; o la reciben de fuentes que no son las mejores, como los videos por WhatsApp, Facebook, YouTube. “Hay demasiada mala información, además de barreras de lenguaje. Entonces ellos prefieren esperar para vacunar a sus niños”, concluye.

Agrega que existen muchas familias donde la mitad está vacunada y la otra mitad no lo está. “Algunos padres se han vacunado, pero no quieren vacunar a sus hijos. Incluso sucede con quienes tienen familiares fallecidos por el COVID. Esto crea ansiedad en las familias, porque vacunados o no, deberán enviar a sus hijos a la escuela”.

Su consejo es enviar un mensaje uniforme a los padres, para que se sientan cómodos con las vacunas.

Madison Sandoval es una enfermera profesional que trabajó en escuelas y ahora se dedica al área de servicio público. Entiende las preocupaciones sobre posibles efectos secundarios, como la miocarditis o reacciones alérgicas severas. La gente teme que su hijo tenga un efecto secundario y deba tomar un día del trabajo para llevarlo al doctor.

Al respecto, recomienda que los padres deben planear las dosis y tener en cuenta que el sistema inmunológico de los niños es muy robusto.

“Veo muchos niños que perciben esto como la manera para poder tener algún tipo de seguridad, libertad y tranquilidad en las escuelas”, agrega.

Como anécdota, ríe al contar que los niños preguntan mucho si la aguja es grande. Los tranquiliza diciéndoles que no, que es igual que las demás.

Alerta sobre la potencialidad de bullying contra los no vacunados. “Hay que adelantarse a esto, porque no es culpa de los niños, no deben ser señalados por esto. Debemos educar a los padres, para que tomen la decisión adecuada respecto a la vacuna”.

Finaliza recomendando mascarillas y ventilación en los locales escolares, porque no todos van a estar vacunados. Y concluye: “Hay que repetir el mensaje de que las vacunas son seguras, queremos que los niños vuelvan a las escuelas”.

 

 

 

 

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