“Si alguien intenta escapar o gritar, de aquí sale muerto”: El horror del secuestro de migrantes en México
Una migrante venezolana, de 34 años, cuenta a la Voz de América cómo cayó en manos de delincuentes armados en México, que dijeron ser parte del Clan del Golfo. Estuvo raptada por 21 días junto a su sobrina, de 8 años, con quien había cruzado irregularmente por 6 países.
“Katherine”. A las 4 de la madrugada del 9 de octubre de 2022, era lo único que quería oír.
Nancy (*), migrante venezolana, de 34 años, sostenía de la mano a su sobrina en la oscuridad de un lugar recóndito de Tapachula, en la frontera sur de México con Guatemala, mientras aguardaba por el nombre clave que sus “coyotes” le asignaron como señal para embarcarse en la camioneta que las llevaría cada vez más cerca de Estados Unidos.
Aquella madrugada, esperaban entre centenares de migrantes irregulares de diferentes países. Les habían advertido que no debían hacer ruido. Ninguno tenía sus teléfonos encendidos. Reinaba el silencio.
Solo los coordinadores de su movilización podían hablar en alto. “¡Clave José!”, gritó alguien, antes de que uno de los vehículos comenzara a colmarse de pasajeros.
“¡Clave Roberto… Pedro… Mariposa!”, exclamaban voces masculinas. Instantes después, hombres, mujeres y niños se apresuraban para agolparse en las puertas de las van.
“¡Katherine… clave Katherine!”, oyó Nancy, finalmente, siempre atenta a la seguridad de su sobrina, de 8 años, y a la bolsita plástica que había embalado con cinta adhesiva para proteger su teléfono celular y su documentación como ciudadana venezolana.
En una camioneta diseñada para unas 15 personas, entraron cerca de 50, calcula. Donde debería sentarse solo 1 ocupante, iban 4. Ambas se apretujaron, confiadas en la promesa de que las llevarían a una casa para descansar y planificar la siguiente parada de su migración.
“En la desesperación, uno quiere montarse y salir de ahí”, explica sobre aquel momento.
Muchos minutos de carretera después, los bajaron en unos galpones “gigantes, abandonados, horribles”, custodiados por decenas de hombres armados, la mayoría encapuchados.
No había baños, agua ni atenciones mínimas, tampoco la posibilidad de comprar comida o ropa, como las había tenido en las 4 semanas de viaje que ya sumaban desde Venezuela.
Nancy intentó usar el nombre de la “coyote” que habían contratado para demandar mejores tratos. Un hombre con el rostro tapado les aclaró qué pasaba, sin rodeos.
“Ahora están en manos del Cartel del Golfo. Están secuestrados”.
Nancy había partido el 14 de septiembre de 2022 desde una ciudad del occidente venezolano hasta la frontera de México con Estados Unidos. El plan era entregar a su sobrina a las autoridades norteamericanas para que la reunieran con la madre de la niña, su hermana, quien pagó 8.600 dólares a una “coyote” por la migración irregular de ambas.
La idea era que ambas se fueran por tierra hasta Cartagena, Colombia, para volar desde allí hasta México y acercarse luego hasta la frontera estadounidense. El día del vuelo, sin embargo, una llamada de la “coyote” a su hermana cambió el itinerario.
Nancy recibió instrucciones de que no abordara el avión, pues no servirían las visas mexicanas falsas que le habían entregado, por las que pagaron 4.000 dólares.
Agentes de migración habían detenido en el aeropuerto de Cartagena a varios migrantes que, como ella, intentaron abordar el vuelo previo sin documentación legítima.
Las nuevas órdenes eran que viajarían 5 días después hasta Nicaragua en lancha desde la isla colombiana de San Andrés. Luego, se movilizaron por tierra (buses) y en ferry hacia y por El Salvador, Honduras y Guatemala, antes de llegar por balsas a México.
La noche en que cruzaron de Guatemala a su vecino del norte, atestiguaron un enfrentamiento a pedradas y balazos entre fuerzas militares mexicanas y centenares de migrantes irregulares -dice haber escuchado de los “coyotes” que eran 1.500-.
Refugiadas en una casa cercana, a donde corrieron, esperaron la calma durante 10 horas.
De allí, las movilizaron a Tapachula, donde dice haber vivido lo peor de su “tragedia”.
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