La salud de los asiático-americanos: un asunto pendiente
El grupo racial y étnico de más rápido crecimiento en Estados Unidos es clasificado bajo la categoría de "otros", con lo cual se ignoran aspectos muy particulares de su perfil como pacientes. Es un hábito que también afecta a otras comunidades
Los estadounidenses de origen asiático y del Pacífico, conocidos como AAPI por sus siglas en inglés, son el grupo racial y étnico de más rápido crecimiento, que abarca el 25% de todas las personas nacidas en el extranjero que viven en Estados Unidos. Los expertos calculan que en 2050 alcanzará los 50 millones.
Pero la investigación sobre la salud de los asiáticos en el país está drásticamente infra-financiada, representa sólo el 0,3% de todas las subvenciones concedidas por los Institutos Nacionales de salud (National Institutes of Health, NIH).
Investigaciones recientes, como estudios de profesores de la Universidad de Stanford, han descubierto que las personas con raíces en China, Japón, Corea, Vietnam, India, Filipinas y las islas del Pacífico, entre otros países, tienen perfiles de riesgo muy diferentes entre sí. A menudo, presentan respuestas muy diferentes a los medicamentos habituales.
Adicionalmente, durante la pandemia de COVID 19, la falta de datos desglosados de los AAPI hizo imposible identificar patrones de infección y dónde estaban las tasas de vacunación más bajas.
Un caso que encendió la alarma
El doctor Bryant Lin, cofundador del Centro de Stanford para la Investigación y Educación en Salud Asiática (CARE, por sus siglas en inglés), es un médico de atención primaria, investigador y educador.
Destaca la importancia de los datos médicos desglosados. “Estos, junto con una atención culturalmente competente y una educación multilingüe, son necesarios para acabar con las desigualdades médicas que existen desde hace tiempo en la comunidad asiático-americana”.
Esta comunidad usualmente no está identificada como tal en los datos médicos y se le agrupa bajo la categoría “otros”.
Ejemplifica con la reacción alérgica grave que uno de sus pacientes tuvo al Alopurinol, un medicamento para la gota, que suele producir esta respuesta únicamente en algunos ciudadanos de ascendencia china. Eso no se conocía en aquel momento. El afectado debió ser hospitalizado, porque fue una situación de alto riesgo.
Por ello, el especialista considera necesario hacer pruebas para buscar una medicación alternativa en estos casos. Además, alerta que a toda la comunidad asiática estadounidense se le trata como un único y enorme grupo monolítico; cuando en realidad existen numerosos sub-grupos. “Esto demuestra la necesidad de datos más precisos”, dice.
Lin cree que de este hábito podrían beneficiarse otros grupos étnicos, como los afroamericanos, ya que es posible que las reacciones a ciertos medicamentos difieran de una etnia a otra.
Afirma que “No tenemos el mismo aspecto, no actuamos igual, no somos de los mismos países; pero nos reunimos con el objetivo común de mejorar el conocimiento, potenciar la educación y tener un impacto en la atención clínica”.
Barreras de comunicación
Para abordar la brecha y reducir las disparidades en la investigación de esta comunidad, la doctora Van Ta Park, profesora de la Escuela de Enfermería de la Universidad de California en San Francisco, advierte que las barreras lingüísticas y culturales son otro obstáculo para que los asiático-americanos sean estudiados.
Park es cofundadora del CARE, que ofrece la inscripción de adultos en varios idiomas, entre ellos el mandarín, el hindi, el coreano, el vietnamita y el samoano.
Ella espera reclutar a 10 mil personas para el registro. Hasta el momento, CARE ha reclutado a más de 9 mil. 81% de ellos no había participado previamente en alguna investigación. Como un incentivo, los participantes reciben una tarjeta regalo de 10 dólares.
Identificación de las comunidades
El doctor Winston Wong es presidente del Consejo Nacional de Médicos de las Islas del Pacífico Asiático. También es miembro del Grupo de Trabajo de Equidad Sanitaria por el COVID-19 para la Oficina de Salud de las Minorías del Departamento de Salud de los Estados Unidos.
Según él, la reducción de los asiático-americanos a la categoría de “otros” fue especialmente problemática durante la pandemia. Dice que “Durante los primeros 6 meses, al menos 25 estados no identificaron a los asiático-americanos como un grupo en los datos”.
Entre las consecuencias de esta situación, se complicó el estudio de los efectos del coronavirus en muchas comunidades vulnerables. En Nueva York el grupo más numeroso de personas hospitalizadas eran chinos-americanos.
Otras comunidades asiáticas particularmente afectadas fueron las de Bangladesh en Nueva Jersey y la marshalliana de Arkansas, quienes viven hacinados y tienen trabajos que los someten a riesgos, como lo son las granjas avícolas.
Otro ejemplo de los problemas que acarrea la categoría “otros” es que los médicos de atención primaria utilizan la calculadora denominada ASCVD Risk Estimator para determinar si deben recetar Lipitor para tratar el colesterol alto.
Aunque la calculadora tiene en cuenta la raza, sólo ofrece tres opciones: blanco, afroamericano y “otro”. Por eso, no se evalúa adecuadamente a grupos que tienen necesidades distintas y particulares, como los indios asiáticos o los asiáticos orientales.
Wong considera que esa categoría de “otros” refleja las carencias del sistema de atención sanitaria estadounidense.
El doctor Thu Quach es presidente de la clínica Asian Health Services en San Francisco, California. En esta facilidad dedicada a esa población, se descubrió que los estadounidenses de origen vietnamita dieron positivo en las pruebas con el doble de frecuencia que los demás.
En su perfil social y cultural, los afectados tenían bajos ingresos, bajo dominio del inglés, hacinamiento en sus viviendas y corrían mayor riesgo por los mercados de alimentos de los que dependían para su sustento.
Esto, según el especialista, demostró que los datos desglosados son importantes, “no sólo para identificar el problema, sino para dar respuestas oportunas”.
Recomendaciones de los especialistas
La doctora Park recomienda educar a estas poblaciones, ya que ello amplificaría los mensajes sobre la importancia de participar en investigaciones que beneficiarán su salud. Quanch subraya que la llamada brecha digital también es un problema. Muchas de estas personas no tienen la habilidad de navegar por internet y eso les impide conseguir la ayuda necesaria. Llama también a trabajar en dominio del inglés y la integración cultural de las comunidades, para disminuir la condición de vulnerabilidad.
Según el doctor Lin, se necesita disponer de información específica sobre grupos de asiáticos americanos, para poder suministrar el tratamiento adecuado. El doctor Wong, por su parte, subraya que es fundamental la comunicación multilingüe y transparente de los datos, así como la confianza con organismos gubernamentales y otras fuentes que puedan ayudar en esta labor.