Fútbol: La razón de una pasión
Desde Latinoamérica hasta África, el balompié está profundamente arraigado en muchos pueblos. ¿Cuál es la causa de su éxito?
La Copa del Mundo de Fútbol es el mayor y más popular acontecimiento deportivo del planeta.
Se calcula que cinco mil millones de personas habrán visto los partidos del Mundial cuando este finalice, según la FIFA o Federación Internacional de Fútbol Asociado. Esto es más de la mitad de la población del planeta.
Treinta y dos selecciones se clasificaron para disputar el actual Mundial en las rondas clasificatorias de las seis confederaciones regionales de la FIFA, que comenzaron en 2019. Por cada equipo clasificado hubo tres que no lo consiguieron.
Así que el mero hecho de llegar a jugar el Mundial ya es una victoria. Adicionalmente, estos datos permiten medir el alcance de este deporte y su afición en el mundo.
Pero la FIFA también se ha visto sacudida por varios escándalos. Entre otros señalamientos, el equipo de investigación estadounidense y británico concluyó que los ejecutivos habrían aceptado sobornos de gobiernos y corporaciones, hicieron poco para acabar con el racismo en el deporte, obligaron a que volviera el alcohol a los estadios y habrían aceptado pasivamente la muerte de más de mil trabajadores migrantes en Qatar.
Sin embargo, todo esto no ha hecho mella en la asombrosa popularidad del evento.
El próximo Mundial, dentro de cuatro años, se jugará en Estados Unidos. Este país no cuenta con tradición futbolística; pero se estima que numerosas colonias de inmigrantes lo están haciendo crecer orgánicamente.
En un encuentro con la prensa, varios expertos analizaron las razones que hacen tan popular al llamado “Deporte Rey” en numerosas naciones.
Deporte popular por excelencia
Para el periodista y analista Henrik Rehbinder, el balompié es una gran actividad. “Especialmente si eres joven, se puede correr mucho y sin ninguna organización”. Dice que su amor por este deporte nació en la calle, al igual que muchos niños y jóvenes en América Latina, que simplemente toman un balón y se reúnen a patearlo en grupo.
Cree que es algo natural y para él terminó convertido en una adicción. “Me sigue haciendo sentir como un niño”, asegura.
El ex redactor del diario La Opinión creció en una Argentina apasionada por el fútbol. Le tocó ser testigo del ascenso de uno de los jugadores más famosos del mundo, Diego Armando Maradona. Fue una estrella de raíces obreras que confirmó el mito del fútbol como gran nivelador.
“Lo único que quieres encontrar es un par de personas que tengan la misma adicción”, señala.
A sus 66 años, continúa jugando con un equipo para mayores de 60, donde también hay un portero de 90 años y otro de 85.
“Veo en el fútbol, especialmente en la Copa Mundial, una especie de guerra subliminal en términos de dominio”, analiza el experto.
Agrega que los contrincantes hacen un despliegue de su sentido de la organización, sus habilidades y su dominio como colectividad soberana sobre ese pequeño universo del fútbol.
Le llama la atención que ahora hasta Estados Unidos está participando activamente, incluso hasta haberse convertido en uno de los grandes contrincantes de la Copa Mundial. Para él, en esto ha tenido un gran peso la migración.
“Mientras más inmigrantes llegan al país, el impacto de la cultura del fútbol se arraiga más”, explica. Ejemplifica recordando que quien marcó el primer gol para EE. UU. fue el hijo de uno de los futbolistas africanos más famosos.
De esa manera se va construyendo de una forma orgánica el fútbol estadounidense o soccer, como se le conoce en inglés en el país.
Una pasión
Charles Anchang es coeditor de Immigrant Magazine, allí se centra en la experiencia de los inmigrantes en Estados Unidos. También narra anécdotas de su niñez para demostrar el nivel de pasión que el balón despierta en su natal Camerún. “Si no teníamos un balón, buscábamos unas hojas de plátano y las atábamos con goma. Hacíamos balones con el caucho de los neumáticos para poder jugar”.
Con estos relatos corrobora las afirmaciones de Rehbinder, en cuanto al arraigo que tiene el juego en las naciones que lo practican. Es un algo que va de lo popular a lo práctico, del juego de calle infantil a las más potentes selecciones del mundo, que mueven inimaginables fortunas. Es barato y emocionante al mismo tiempo, lo cual lo convierte en masivo.
“Incluso hay apuestas y juegos en torno al fútbol y sus resultados. Ese es otro de sus atractivos”, detalla el vocero.
Para él, se marcó un hito en su vida cuando Camerún entró como uno de los primeros países importantes en la Copa Mundial, en los tiempos de Roger Miller. “Puso a Camerún en el mapa, más que cualquier otra cosa que se haya hecho allá”, sentencia.
La pequeña nación africana se ha clasificado ocho veces para la Copa Mundial de la FIFA, más que ningún otro equipo del continente.
Anchang llegó por primera vez a Estados Unidos en 1994, con el fin de trabajar junto al equipo camerunés que participaría en la Copa Mundial de ese año. Por ello, este máximo encuentro deportivo tiene una significación muy especial para él. “Para mí, es el mejor momento de mi vida, en el que he podido sentarme a ver fútbol de todo el mundo”.
También señala que el juego ofrece una importante ventana para comprender los patrones de migración mundial y una plataforma para la diplomacia internacional.
Ejemplifica citando a jugadores como Weah o el centrocampista estadounidense Yunus Musah, quien nació en Estados Unidos de padres ghaneses.
“Si Estados Unidos hiciera un partido amistoso con Irán, uniría a esa gente”, reflexiona. Considera que ese intercambio siempre es bueno para fomentar la tolerancia.
Un destino inesperado
Ehab Zenga es entrenador de fútbol profesional, propietario del Legacy Anaheim FC y director técnico del California Futbol Club. Afirmó que conoció este deporte por casualidad. “Iba a apoyar a mi hermano, que tenía una prueba con un equipo, y llamé la atención del entrenador”.
A partir de ese episodio, comenzó a jugar a los nueve años. Primero, en programas juveniles y luego en la selección nacional de Egipto. Finalmente, participó en el Campeonato de África.
Zenga relató que en su infancia jugaba descalzo, como suelen jugar los niños de los países más pobres. Agrega que, al necesitar tan poco equipo, es un deporte para todos.
Andrew Howoon Jo, es coreano-estadounidense y propietario y director técnico del UMA FC, LaGrange, GA. Empezó a jugar en Corea del Sur cuando tenía diez años. Estuvo activo por 12 años. Es químico de formación, pero volvió al fútbol y lleva una década entrenando a niños en Alabama y Georgia.
Relata que el fútbol fue su compañero mientras crecía en Corea. El entrenador de su escuela primaria lo introdujo en el fútbol a los 10 años. Más tarde se convirtió en entrenador, porque quería formar a jugadores, así como lo habían formado a él.
Jo coincide con Zenga en que parte del atractivo del fútbol radica en que se necesita muy poco para jugar. “Con el béisbol, necesitas un bate y un guante. Al fútbol se puede jugar en cualquier sitio”. Señala que las porterías se pueden construir con cualquier cosa, hasta envases de basura o dos piedras.
“Es muy fácil empezar. Sólo se necesita un balón”, comenta.
Fútbol femenino, ¿con futuro?
¿Es posible vislumbrar un futuro brillante para las damas en este deporte? “No genera tanto dinero como el masculino, y eso es lo que crea las desigualdades en la compensación y en la audiencia”, responde Rehbinder. Sin embargo, también cree que se irá poniendo al día.
Para Anchang “es un reto y la mayoría de las mujeres no se animan”. Cree que se deba a que las mujeres tienen una forma física diferente a la de los hombres y eso significa una carga de peso adicional.
Sin embargo, piensa que ha habido progreso en la participación y la inclusión del género femenino en el deporte. Y estima que se debe a que la paga es buena. “Hay muchas oportunidades de convertirse en personas influyentes porque participas en el deporte”, concluye Anchang.