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Elevación del techo de la deuda: ¿quién ganó, quién perdió?

El acuerdo final, aprobado por la Cámara de Representantes y el Senado, suspende el límite de la deuda hasta 2025, para asegurar la estabilidad fiscal a medida que toma fuerza la temporada electoral. Muchos expertos creen que presenciamos uno de los enfrentamientos más peligrosos e inútiles. El proceso y los resultados plantean muchas preguntas

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El presidente Joe Biden firmó finalmente la ley que eleva el techo de deuda del gobierno de Estados Unidos, evitando un impago sin precedentes.

Se puso así fin a una polémica que empezó cuando los republicanos se negaron a aumentar el límite de endeudamiento del país, a menos que los demócratas accedieran a recortar el gasto.

La Casa Blanca propició intensas negociaciones con el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, republicano por California.

El acuerdo final, aprobado por la Cámara de Representantes y el Senado, suspende el límite de la deuda hasta 2025, para asegurar la estabilidad fiscal a medida que toma fuerza la temporada electoral.

El techo de la deuda es la cantidad máxima, establecida por el Congreso, que el gobierno federal puede pedir prestada para financiar las obligaciones que los legisladores y los presidentes ya han aprobado, pues el gobierno registra déficits presupuestarios y los ingresos que recauda no son suficientes.

Muchos expertos creen que presenciamos uno de los enfrentamientos más peligrosos e inútiles. El proceso y los resultados plantean muchas preguntas.

¿Es esta la mejor manera de hacer las cosas? ¿Los recortes presupuestarios resultantes y los topes de gasto ayudan o dañan la economía? ¿Por qué se considera a los sectores económicamente desfavorecidos como los perdedores en este escenario? ¿Hay alguna señal de un retorno positivo a los acuerdos bipartidistas sobre otros temas?

Lo que estaba en juego

Shannon Buckingham es vicepresidenta sénior de comunicaciones y consejera sénior del Centro de Prioridades Presupuestarias y Políticas, una organización no gubernamental basada en Washington, D. C.

Apunta que “Los resultados de estos debates tienen implicaciones profundas sobre quienes necesitan recursos para llegar a fin de mes. Es importante estar conscientes de las cosas que están en juego en esta clase de negociaciones”.

65 millones de estadounidenses y 6 millones de veteranos hubieran visto sus beneficios retrasados, en caso de que las negociaciones hubieran fracasado. “Esto también afectaría las asistencias de alquiler de viviendas, comida y cuidado de niños para muchas familias”, agrega.

“Fue crítico evitar que entráramos a default, estuvo mal de parte de los republicanos utilizar esto como instrumento para manipular. El aumento del techo de la deuda mejoró todo, pero hay preocupaciones”, explica.

Por ejemplo, existe una provisión en cuanto a la asistencia alimenticia conocida como SNAP, que puede poner a estas personas en riesgo. “Les exigen pruebas adicionales de empleo para poder continuar disfrutando del beneficio y son adultos entre 50 y 54 años, con salud en riesgo y trabajos difíciles. Será un desafío enfrentar estos requisitos administrativos. No va a funcionar”.

Reconoce que los recortes en esas áreas son menos de los que estaban en la propuesta republicana, pero aún son significativos. “Sin embargo, no debemos tener estas negociaciones bajo amenazas. Esto plantea interrogantes respecto a la motivación de los republicanos”, razona.

Concluye que los legisladores deben proteger a las personas que tienen dificultades para cubrir sus necesidades básicas. “Esto nos liberará para poder debatir sobre el país que queremos ser”, finaliza.

Sin virtudes

Lindsay Owens, directora ejecutiva de Groundwork Collaborative, considera que “No hay virtudes en esta negociación, ninguno de los dos partidos tiene nada de que alardear”. Acota que no se trata de gastos futuros, sino de compromisos en los que ya se ha incurrido.

“Los republicanos del Congreso insistieron en conectar la pelea del presupuesto con el techo de la deuda, que no es un requisito”, apunta.

Detalla que, si ellos no se hubieran puesto de acuerdo, las consecuencias hubieran sido tremendas. “Se hubieran perdido hasta 10 trillones de dólares y hasta 7 millones de empleos”.

La Casa Blanca – Pixabay

Entiende que no se puede eliminar el techo de la deuda gratuitamente, pero recuerda que se ha aumentado decenas de veces en oportunidades anteriores.

En cuanto a los recursos adicionales para el organismo recaudador de impuestos, IRS, considera que se han visto resultados, como disminución en la espera de las llamadas al organismo.

Agrega que “También esta iniciativa permitirá aplicar las leyes a quienes no están pagando. El 1% de los contribuyentes más ricos generan el 70% de la deuda o brecha fiscal. Esta inversión trae más dinero de lo que se gastó”.

Razona que no se puede congelar el financiamiento en una inflación de 4% a 5%, porque ya dicha inflación se comió este porcentaje de los recursos.

Las ventajas del acuerdo

“Estos debates tienen un costo para los estadounidenses y para la economía global”. Así lo afirma Rachel Snyderman, directora asociada sénior de política comercial y económica para el Centro Bipartidista de Políticas. “En tiempos de un gobierno dividido, la solución son los acuerdos bipartidistas”, agrega.

Relata que los demócratas querían aprobar un aumento limpio, como se ha hecho anteriormente. “Pero los republicanos no querían ceder y exigían renegociar cómo gastamos”.

Según la experta, ambos partidos entraron a la negociación con sus listas de prioridades, que se fueron reduciendo.

“Esta solución refleja un trabajo arduo que no satisface a todos, pero sí a la mayoría. Está alineado con prioridades demócratas, como expandir acceso a más programas”.

Cree que la buena noticia es que los dos partidos pudieron ponerse de acuerdo. “Más demócratas que republicanos aprueban esta propuesta y eso se vio en el Congreso”.

Y señala: “Esto demuestra que Washington no está quebrado, sino que ama las negociaciones de último momento”.

Aplaude la disposición del Congreso a no fallar, pero opina que se necesitan reformas bipartidistas en ciertas áreas.

“Se tomaron en cuenta gastos discrecionales y se dejaron afuera otros muy altos, como Medicare. No es que haya que recortarlo, pero hay que reformarlo y fortalecerlo, para que permanezca solvente”.

También cree que se falló en ver nuevas formas de buscar recursos. “Tenemos déficits grandes y los legisladores deben hacer algo para generar ingresos, en vez de enfocarse en los gastos discrecionales, que son una pequeña parte del presupuesto”.

Recuerda que esto antes se hacía de manera bipartidista. “Es solamente durante la última década que hemos visto la polarización aumentar. Los dos partidos son responsables por haber llegado a donde estamos a nivel fiscal. El resultado de todas las políticas que se han implementado es una responsabilidad colectiva”.

Dice que, como la economía más grande del mundo, no se puede fallar. “Tenemos acceso al mercado de capital, hay interés de inversores; no podemos dejar de hacer las cosas bien por cálculo político”.

Concluye que “Esta ley no es perfecta, pero refleja el esqueleto de las prioridades. Nos podemos poner de acuerdo entre los partidos políticos y ese es un punto de lanzamiento para las discusiones”.

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