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El cambio climático es una de las principales causas del hambre en el mundo

Los fenómenos relacionados con el clima perturban la agricultura, dificultando la planificación y el trabajo eficiente de agricultores y trabajadores agrícolas. Para hacer frente a esta crisis, los productores y legisladores deben adoptar estrategias precisas

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Alrededor de 2.300 millones de personas en el mundo (29,3%) padecían inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021, según un informe de Naciones Unidas. Se trata de 350 millones más que antes del brote de la pandemia COVID-19.

La fuente añade que casi 924 millones de personas -el 11,7% de la población mundial- se enfrentaban a inseguridad alimentaria en niveles graves, lo que supone un aumento de 207 millones en dos años.

Para empeorar las cosas, «el cambio climático es uno de los principales impulsores del hambre en el mundo», como afirma el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas en Estados Unidos.

Profundizando en la situación, añaden que «el cambio climático afecta al funcionamiento de todos los componentes de los sistemas alimentarios mundiales, y estos contribuyen en gran medida al calentamiento global. La disponibilidad de alimentos, la diversidad, el acceso, la seguridad y la calidad de los nutrientes se ven afectados por las perturbaciones y el estrés climáticos».

Las lluvias torrenciales y las inundaciones pueden dañar los cultivos, alterar los calendarios de siembra y cosecha, además de hacer inaccesibles los campos. Además, podrían provocar cambios en el calendario de las estaciones y patrones meteorológicos más impredecibles. Esto dificulta la planificación de las tareas de los trabajadores agrícolas, lo que se traduce en ineficacia e inestabilidad de los ingresos.

El cambio climático también puede obligar a los agricultores a invertir en nuevas tecnologías o prácticas para adaptarse a las condiciones cambiantes. Esto supone un aumento de los costes de producción y una posible reducción de los ingresos de los trabajadores.

Los jornaleros agrícolas también se ven afectados

Sin embargo, todo esto podría no solamente afectar al acceso a los alimentos a largo plazo. El aumento de las temperaturas repercute negativamente no solo en la cantidad y calidad de las cosechas, sino también en la eficiencia de los jornaleros agrícolas, lo que se traduce en una fatiga prematura y una disminución de la capacidad de trabajo. Todo ello podría agravar la inseguridad alimentaria incluso en los próximos meses.

Además, este grupo se enfrenta a una reducción de sus ingresos como consecuencia del cambio climático. El impacto de esta afirmación puede medirse por el hecho de que unos 2.000 millones de personas -el 26,7% de la población mundial- obtienen su sustento de la agricultura, según Global Agriculture.

Pixabay

La presencia de calor extremo, lluvias excesivas, inundaciones o patrones climáticos impredecibles está dificultando su capacidad para obtener mayores ingresos, por lo que llevan a casa menos alimentos o incluso pierden sus empleos.

Este es otro elemento que agrava la inseguridad alimentaria de innumerables hogares en todo el mundo.

Cómo afrontar la situación

Enfrentarse al cambio climático en la agricultura es crucial. Los agricultores y los responsables políticos deben adoptar estrategias y prácticas que ayuden a mitigar y adaptarse a los efectos del cambio climático en la agricultura. He aquí algunos pasos clave para abordar los problemas:

  1. Selección de cultivos resistentes al clima:

– Elegir variedades de cultivos que sean más adaptables a las condiciones climáticas cambiantes, como cultivos resistentes a la sequía o tolerantes al calor.

  1. Rotación y diversificación de cultivos:

– Implementar la rotación y diversificación de cultivos para reducir el riesgo de fracaso de las cosechas debido a eventos climáticos extremos o brotes de plagas y enfermedades.

  1. Mejora de la gestión del agua:

– Invertir en sistemas de riego eficientes para conservar el agua y gestionar su uso de forma eficaz.

– Recoger y almacenar el agua de lluvia para utilizarla durante los períodos secos.

  1. Gestión de la salud del suelo:

– Adoptar prácticas de conservación del terreno como la siembra directa y los cultivos de cobertura para mejorar la salud del terreno y reducir la erosión.

– Utilizar materia orgánica y compost para mejorar la fertilidad del suelo.

  1. Agricultura de precisión:

– Utilizar la tecnología, como tractores guiados por GPS y drones, para optimizar el uso de recursos, como fertilizantes y pesticidas, y reducir los residuos.

  1. Técnicas de agricultura climáticamente inteligente:

– Implementar prácticas agroforestales, que implican plantar árboles entre los cultivos para proporcionar sombra y mejorar la salud del suelo.

– Explorar técnicas como la labranza de conservación para reducir la erosión del suelo y la pérdida de carbono.

La adaptación al cambio climático en la agricultura requiere un enfoque polifacético que combine el conocimiento tradicional con soluciones innovadoras e investigación continua.

Es importante que los agricultores, las comunidades, los gobiernos y las organizaciones internacionales trabajen juntos para aumentar la resiliencia de la agricultura y garantizar la seguridad alimentaria en un clima cambiante.

Este artículo ha sido facilitado por la Fundación VoLo, una organización sin ánimo de lucro cuya misión es acelerar el cambio y el impacto global apoyando soluciones climáticas basadas en la ciencia, potenciando la educación y mejorando la salud.

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