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Odio racial: ¿en aumento?

Por su definición, el crimen de odio es un delito cometido total o parcialmente con motivación en características reales o percibidas. Entre estas están discapacidades, género, nacionalidad, raza o etnicidad, religión y orientación sexual. Las víctimas están protegidas por la Constitución y leyes estatales

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El odio racial y étnico compone un cuadro delicado en Estados Unidos. Nos referimos a las expresiones de odio interpersonal, a los actos de violencia, a la creciente polarización política y la desconfianza en las instituciones cívicas, todo esto basado en la ampliación de las divisiones raciales, étnicas y de clase.

En California, la legislatura estatal acaba de poner en marcha una iniciativa llamada «Stop the Hate» (Detén el odio) para apoyar a las organizaciones sin ánimo de lucro y a los medios de comunicación que trabajan para combatir el problema.

Pero, ¿qué es el odio? ¿Cómo lo medimos? ¿Cuándo es un delito? ¿Podemos detenerlo, incluso curarlo?

Por su definición, el crimen de odio es un delito cometido total o parcialmente con motivación en características reales o percibidas. Entre estas están discapacidades, género, nacionalidad, raza o etnicidad, religión y orientación sexual. Las víctimas están protegidas por la Constitución y leyes estatales.

Esto engloba la violación de derechos civiles en situaciones como empleo o vivienda. Hay también actos de odio que no violan la ley, pero dañan profundamente a los afectados.

Subregistro de casos

El Departamento de Justicia reporta unos 8 mil crímenes de odio al año, pero Becky L. Monroe calcula que deben ascender hasta 250 mil. “Hay agencias policiales que reportan cero crímenes de odio en ciudades con más de cien mil habitantes. Eso no es creíble”, razona.

La subdirectora de Iniciativas Estratégicas y Asuntos Externos para el Departamento de Derechos Civiles de California explica que “Muchos no sienten como una opción segura el buscar apoyo en las fuerzas policiales”.

Y amplía: “Si eres víctima de un crimen de odio y tu departamento de policía reporta que no hay ninguno, vas a sentir que no te está protegiendo”.

Cree que los crímenes de odio no están siendo reportados de manera adecuada, según datos de distintas organizaciones. También afirma que están incrementándose.

Subraya que la mayoría de estos crímenes son cometidos por personas blancas hacia afroamericanos, pero se han incrementado los ataques a asiáticos y musulmanes.

Brian Levin, director del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo en Cal State-San Bernardino, coincide en que las comunidades más vulnerables no reportan los crímenes. Percibe que esta es una de las razones por las cuales hay muchos problemas con los datos.

Relata que Pensilvania reportó el año pasado un solo crimen de odio, mientras ellos encontraron 170. “Hay que escuchar todo, sin creerlo todo. Lo que dice el FBI muchas veces no es exacto”, señala.

Para 2021, el centro dirigido por Levin reportó un aumento de 224% en crímenes anti-asiáticos, los cuales treparon al tope de la lista. Los crímenes anti-judíos crecieron en un 59%, Los anti-gay en 51%, los anti-latinos en 41% y los anti-blancos en 30%.

Joshua McKnight – Pexels

Los anti-negros se elevaron en 16%; pero según las estadísticas del FBI totalizan el 45% de los crímenes de odio. A esto hay que agregar los anti-trans, que se incrementaron en 6% en 2021 pero parecen estar creciendo aceleradamente en el año que transcurre. “Cada vez hay más violencia”, concluye. Con ello confirma la afirmación de Monroe al respecto.

Manjusha Kulkarni es directora y cofundadora de Stop AAPI Hate, una organización dedicada a trabajar en el odio contra los asiático-americanos. Ella ejemplifica con casos: discriminación en el trabajo, abuso a un anciano, insultos en lugares públicos, acoso en la escuela.

En sus dos años de reportes, la organización registra más de 11 mil incidentes contra ciudadanos de origen asiático en todo el país. Más del 60% han sido contra mujeres y 7% dirigidos a mayores de 60 años.

El acoso verbal ocurre en 63% de los casos y la agresión física llega a 16%. Un 42% de los afectados son chinos. Sin embargo, la vocera aclara que más allá de las cifras, toda la comunidad asiática es al final víctima de estos hechos.

Otros matices ignorados

Levin agrega que los crímenes de odio parecen incrementarse en años electorales. “El peor día es el siguiente a las elecciones”, complementa. El momento político y las redes sociales son, para él, una incubadora de todas estas cosas.

Comenta que otra confusión surge porque el FBI cuenta la cantidad de ataques en lugar de la cantidad de personas afectadas. “En un incidente pueden ser agredidas varias personas, pero se va a contar como un solo ataque”, explica.

Kulkarni subraya que el racismo no es solamente un asunto de ataques: políticas y decisiones estructurales de la sociedad pueden estar marcadas por este sesgo. Recuerda que la retórica del COVID como “virus chino” impactó seriamente a su comunidad.

Michael Burrows – Pexels

Monroe cree que hay que reportar no solamente para las autoridades, sino también para entender lo que está sucediendo en la sociedad. “Como comunidad debemos responder a todos los actos de odio”.

Señala que se encuentran trabajando para apoyar a personas que son víctimas de crímenes o incidentes de odio. Estos últimos son los más frecuentes. La vocera asegura que “Estamos combatiendo esto de manera integral, alineados con el gobierno federal”.

Dice que en AAPI abogan públicamente por la causa que defienden; ofrecen servicios, tienen vínculos con autoridades federales y de los estados para servir de facilitadores.

“Alentamos a reportar los crímenes. Tenemos ayuda disponible en varios idiomas asiáticos”, anuncia Kulkarni.

Un proyecto de sanación

Sassana Yee es activista de la justicia transformadora para las víctimas de delitos de odio. Su abuela murió en 2019 por un ataque que calificó de “brutal”. La encontraron en un tobogán en un parque para niños en Visitación Valley, California. El atacante de 17 años espera su juicio por homicidio. Esto trajo a Sassana un deseo por sanar el odio en la comunidad. Se dedica a “pensar en maneras creativas de juntarnos”.

“Cada uno de nosotros tiene el poder de transformar nuestras calles, nuestra escuela. Mi abuela me dio el don de trascender líneas culturales y hacer amistades”.  Ella se dedica a ofrecer sesiones gratuitas de Chi Gon, práctica que busca el bienestar a través de la respiración y el movimiento.

Afirma que “La unidad es un fenómeno de poder creativo”. Hizo un viaje con niños de secundaria de distintas ascendencias, recorrieron el país durante un mes para aprender cultura e historia de cada uno de ellos, así como las contribuciones de sus ancestros a Estados Unidos.

Hubo conflictos de comunicación, lo que atribuye a que todos procedían de distintos traumas raciales. “Pero cuando podemos ser francos en estos espacios, empezamos a aprender”.

Finalmente, comparte que renombrarán próximamente el parque de Visitación Valley en homenaje a su abuela.

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