Un nuevo Medio Oriente
Hace algunos días, el desierto del Néguev en Israel fue noticia, pues allí se desarrolló una conferencia que sigue mostrando que otra realidad va imponiéndose, en la que la paz, los temores comunes y las ganas de crecer, pueden superar a las actitudes panfletarias y discursos plagados de lugares comunes que tradicionalmente se esgrimen.
Al lugar concurrieron los ministros de relaciones Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Egipto y Marruecos, quienes fueron recibidos por el máximo responsable de la diplomacia de Israel, Yair Lapid. En el encuentro también participó el secretario de Estado de los Estados Unidos de América, Anthony Blinken.
Atrás quedaron los enconados sentimientos de odio y rencillas. La meta es avanzar en un escenario mucho más diáfano y coherente de intercambio y desarrollo que se viene estructurando desde que se impulsaron los denominados Acuerdos de Abraham, una vinculación sin precedentes que se diseñaba pormenorizadamente aprovechando las novedosas visiones de distintos actores en la zona.
Incluso, hasta Sudán, país cuestionado durante años por su crisis interna y por el manejo de los derechos humanos, una vez desplazó del poder al dictador Omar al Bashir, mostró interés en normalizar sus relaciones con Israel, pero un golpe de Estado en octubre de 2021 creó un clima de incertidumbre en el país africano, frenando la posibilidad de concretar esos acercamientos.
Además de los buenos deseos para marchar juntos en pos del entendimiento, y de la disposición a seguir atando los vínculos, los asistentes a la reunión ratificaron la construcción de un frente común para detener la influencia de Irán, considerando todos que ese país representa un peligro dada la naturaleza de su modelo.
Tal vez, sin proponérselo evidentemente, ese Estado se ha convertido en el catalizador que ha llevado a que actores con concepciones muy diferentes se dieran la mano y pasaran la página a la conflictividad de una región en la que las rencillas y las disputas están a la orden del día.
De las alianzas que existen tal vez Israel pueda influir definitivamente en los procesos internos de sus aliados y evidenciar que una democracia plena y sólida es el mejor vehículo para poder avanzar. Salvo el anfitrión y Estados Unidos de América, los asistentes se caracterizan por su precario respeto a la dignidad y por intentar realizar rimbombantes actividades, inclusive de naturaleza deportiva, para darse a conocer y buscar silenciar las críticas hacia su manera de actuar.
Cabe acotar que si bien puede criticarse internamente la manera en la que se comportan Israel y Estados Unidos, los comentarios u opiniones no tendrán las mismas consecuencias que si se hacen en alguno de los otros lugares.
La actividad se desarrolló en Sde Boker, ciudad ubicada en el desierto de Neguev, sitio emblemático fundado a la luz de un kibutz, en el que uno de los padres del Estado de Israel, David Ben Gurión, pasó sus últimos días. La zona es probablemente el mejor ejemplo de que las adversidades pueden aprovecharse y erigirse en fortalezas.
De allí que así como el progreso se impuso al desierto y floreció en la esperanza, encuentros como el que se dio en ese lugar pueden presentar la disyuntiva entre mantener a la región en un arenoso foso, o por el contrario, caminar juntos por la paz, derrotar a los que no quieren un camino de libertad y darle el soplo democrático a una zona, que sin lugar a dudas necesita institucionalidad.
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@luisdalvarezva