Un día por el respeto a la diversidad LGBTQIA+
Cada 17 de mayo, el mundo alza la voz contra la homofobia, la transfobia y la bifobia, recordando que millones de personas aún enfrentan violencia, discriminación y leyes que criminalizan su identidad. Este año, el lema 'El poder de las comunidades' destaca la fuerza colectiva para resistir, sanar y transformar
Cada 17 de mayo, el mundo alza la voz contra la homofobia, la transfobia y la bifobia. El Día Internacional contra la LGTBIfobia, también conocido como IDAHOBIT por sus siglas en inglés, se celebra desde 2005 en más de 60 países para denunciar la discriminación y violencia que aún sufren millones de personas LGBTQIA+ y para celebrar la diversidad sexual y de género.
Esta conmemoración no es arbitraria. El 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, un hito fundamental en la historia de los derechos humanos.
Pero décadas después, la igualdad plena sigue siendo una meta lejana para muchas personas.
Un llamado urgente en tiempos de retroceso
“El poder de las comunidades” es el lema del IDAHOBIT 2025, una consigna que resuena con fuerza en medio de crecientes retrocesos en materia de derechos. El Secretario General de la ONU, António Guterres, advirtió que “la violencia y la discriminación siguen siendo parte del día a día para millones de personas LGBTIQ+ en todo el mundo”. Además, denunció los recortes de fondos para servicios de salud y organizaciones de la sociedad civil, lo cual amenaza con profundizar aún más la exclusión y el sufrimiento.
Actualmente, 64 Estados miembros de la ONU criminalizan las relaciones consensuales entre personas del mismo sexo. En al menos 61 países se censura la expresión sobre diversidad sexual y de género. A esto se suman medidas legislativas regresivas en países como Hungría, Perú, Reino Unido y Estados Unidos, que restringen derechos fundamentales como el acceso a la salud, la educación o la posibilidad de reconocerse legalmente según la identidad de género.
La situación es particularmente alarmante para personas trans, intersex y mujeres lesbianas, quienes enfrentan múltiples formas de violencia y exclusión. Sin embargo, el panorama también muestra destellos de progreso: en el último año, Dominica y Namibia despenalizaron las relaciones entre personas del mismo sexo, mientras que Tailandia y Liechtenstein aprobaron el matrimonio igualitario.
La historia de una lucha global
El Día Internacional contra la LGTBfobia fue fundado en 2004 por el académico francés Louis-Georges Tin, quien dirigió el comité organizador hasta 2013. Lo sucedió la reconocida abogada y activista trans venezolana Tamara Adrián, quien en 2015 se convirtió en una de las primeras legisladoras trans de América Latina. Ese mismo año, se incorporó la bifobia al nombre de la campaña, reconociendo así la violencia específica que enfrentan las personas bisexuales.
Desde sus inicios, IDAHOBIT ha funcionado como una plataforma de visibilidad para comunidades históricamente marginadas. Eventos culturales, manifestaciones, foros y campañas informativas se realizan cada año para romper el silencio, derribar prejuicios y promover leyes inclusivas.

Comunidades que resisten y construyen
La imagen oficial de la campaña 2025 muestra un árbol frondoso rodeado por personas LGBTQIA+ que realizan actividades comunitarias: pintan carteles de protesta, riegan el árbol, leen, juegan. La escena —colmada de colores cálidos— transmite solidaridad, cuidado y alegría compartida. Un mensaje visual que refuerza lo esencial: que el cambio no es solo legal o político, sino también cultural y colectivo.
Porque ante la censura, la violencia y el abandono institucional, las comunidades LGBTQIA+ han respondido con organización y acción. Desde redes de apoyo mutuo hasta avances legislativos conquistados a pulso, su ejemplo inspira a seguir luchando por un mundo donde todas las personas puedan vivir con libertad, dignidad y sin miedo.
Un compromiso que no puede esperar
El Día Internacional contra la LGTBIfobia no es solo una jornada de reflexión, sino una exigencia ética a gobiernos, instituciones y sociedades. Como recordó Guterres: “No descansaremos hasta que los derechos de todos sean una realidad, sin importar quiénes sean o a quién amen”.
En un contexto de crecientes amenazas contra las libertades y derechos humanos, el 17 de mayo nos recuerda que la diversidad es un valor, no un delito. Y que solo a través del respeto, la empatía y la acción colectiva podremos construir sociedades más justas e inclusivas.