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De una visita de novios a quedarse y emprender en Colombia

Aprender y desaprender ha sido clave para Gabriela, quien salió de su país sin saber que el amor y su redescubrimiento le harían hacer de este país un hogar

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A finales del año 2020, Gabriela Liendo decidió hacer una maleta, con poca ropa, porque viajaba a Medellín para visitar -por unas semanas- a quien hoy es su compañero de vida.

La intención de ella no era salir definitivamente de Venezuela, ni mucho menos quedarse en Colombia, pero el amor la sorprendió y ya tiene casi cuatro años viviendo en Medellín, donde se radicó y comenzó a emprender.

Mientras vivía en Venezuela Gabriela trabajaba como auxiliar administrativo y había comenzado estudios de auxiliar de farmacia; sin embargo, la situación económica y el alto costo de la vida la estaban empujando a dejar de estudiar, así que no lo pensó dos veces cuando decidió quedarse en este país.

La ciudad le encantó, “Medellín es de esos lugares de los que uno no se quiere ir, cuando conoces la ciudad y el movimiento social que hay aquí, uno ya no se quiere ir”, dice recordando sus primeros días en Colombia, los cuales califica de confusos, pues es estar lejos de casa, pero a la vez a gusto a donde llegas.

Recuerda que a sus 20 años no magnificó lo que significa estar en otro país, lejos de casa y de la familia, “es como estar en shock para darse cuenta de lo que está pasando, no sabía qué sentir, porque se carga con ese peso de estar disfrutando sabiendo lo que dejas atrás y como vive la gente en Venezuela. Cuesta disfrutar de todo lo nuevo, los primeros meses para mí, vivir en Medellín, no me parecía real”, dice ya con 4 años de experiencia en migración.

Los primeros oficios

Gabriela tenía un cóctel de sentimientos, incluyendo el amor, ella ingresó a Colombia de manera irregular, pues no tenía pasaporte, comenzó como muchos migrantes a trabajar limpiando casas para generar dinero para vivir.

A pesar de que su pareja tenía empleo, ella debía ganar dinero para vivir, así las cosas, limpió casas, trabajó en un restaurante como ayudante de cocina, donde trabajaba de 10 de la mañana hasta la 1 de la madrugada y recibía un pago diario de 39 mil pesos por su condición irregular, la cual no la ayudó a encontrar un trabajo formal y remunerado legalmente.

Esta joven caraqueña tuvo varios empleos informales en Medellín, como por ejemplo vender jugos en un carrito, encargada de un salón de billar, entre otros que le ayudaron a buscar mejorar sus ingresos a través de un empleo que le generara estabilidad y bienestar.

Mientras esperaba pacientemente dos años para regularizar su estatus migratorio a través del Permiso de Protección Temporal (PPT), Gabriela Liendo lamentaba que la condición irregular de los venezolanos fuese como una patente de corso para aceptar trabajos de largas jornadas y mal pagados, “pareciera que el hecho de ser venezolano hace suponer que aceptamos menos dinero por el trabajo”, dijo con lamento.

La ruta del emprendimiento

Al igual que su pareja, Gabriela se integró a la población de acogida y comenzó a participar en talleres que tienen como fin la integración de los migrantes y la sociedad que los recibe.

Precisamente en uno de esos talleres supo que buscaban refrigerios y ella, aprovechando su amor por la cocina, decidió arriesgarse y mostrarse capaz de hacerlos para los asistentes a los talleres que se realizaban en la organización.

Su éxito fue tal que durante cuatro meses se encargó de la alimentación de los asistentes a las diferentes capacitaciones y de allí surgió la idea de crear Pedacito Latino, su negocio y sustento de vida que ya tiene un año de vida formal.

En paralelo a esperar la regularización de su estatus migratorio, Gabriela se dio a la tarea de promocionarse y así su emprendimiento, cuando se formalizó, ya tenía una cartera de clientes que hoy día le animan a decir: “me siento bendecida porque mucha gente me ha dado la oportunidad de hacerle sus refrigerios y me han recomendado”, eso para ella es satisfactorio, sobre todo porque “no me imaginé que pudiera vivir de lo que me gusta hacer que es cocinar”.

Para Gabriela Liendo su migración le ha permitido ser una mejor versión de ella misma, no ve nada negativo en migrar y aunque lamenta que algunas sociedades vean a los venezolanos “como un cáncer” para ella, haberse establecido en Colombia le dio la oportunidad de descubrirse en nuevas facetas.

IG @pedacitolatino
IG @gabrielaatalavera

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