Trump, criptomonedas y comunidades vulnerables
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha coincidido con un renovado interés en las criptomonedas. Mientras líderes comunitarios destacan su potencial para ampliar el acceso financiero, críticos advierten sobre fraudes, falta de regulación y conflictos de interés
El renacimiento de las criptomonedas en Estados Unidos no es casualidad. En medio de un nuevo mandato presidencial, un entorno regulatorio más laxo y el respaldo de figuras poderosas —incluida la familia Trump—, el auge de los criptoactivos ha vuelto a captar la atención de inversores, consumidores y defensores de la inclusión financiera.
Durante una sesión informativa organizada por American Community Media, expertos advirtieron que este nuevo impulso al mercado cripto presenta oportunidades reales para comunidades tradicionalmente excluidas del sistema bancario, pero también riesgos significativos asociados a la volatilidad, la falta de regulación y el fraude.
El atractivo de lo descentralizado
Tyrone Ross, CEO de Turnkey Labs y activista por la equidad financiera, fue claro: “Crecí en un hogar sin cuenta bancaria. Cuando conocí Bitcoin, no pude dejar de ver el potencial”. Para Ross, las criptomonedas representan una alternativa real al sistema financiero tradicional, especialmente para las millones de personas en Estados Unidos que viven en “desiertos bancarios”, es decir, a más de 10 millas de una institución financiera.
En su presentación, Ross comparó el uso de criptoactivos con entregar un billete en la calle: una transacción directa, sin necesidad de bancos, horarios ni intermediarios. “El sistema actual excluye por diseño. Las criptomonedas pueden ofrecer acceso inmediato, en tiempo real, sin condiciones”, sostuvo.
Pero también es una trampa para muchos
Cantrell Dumas, director de políticas de derivados en Better Markets, ofreció una visión más crítica. Según sus datos, aunque las comunidades afroamericanas y latinas están adoptando criptomonedas a un ritmo mayor que el resto de la población, también están expuestas a mayores riesgos.
“El uso real de cripto como moneda sigue siendo bajo: solo el 1% de los adultos en EE. UU. lo usa para compras. La mayoría lo ve como una inversión especulativa, lo cual es peligroso cuando hay poco margen de error financiero”, explicó. En 2024, las pérdidas por estafas relacionadas con criptomonedas superaron los 9.300 millones de dólares, según datos del FBI. Adultos mayores, personas con bajos ingresos y quienes no dominan la tecnología son los más afectados.
Dumas también destacó el papel de los cajeros automáticos de Bitcoin, ubicados desproporcionadamente en vecindarios pobres. “Muchos permiten solo comprar, no vender, y cobran comisiones de hasta el 20%. Esto genera un entorno donde las comunidades más vulnerables pagan más por participar”, señaló.
Estafas viejas con disfraz digital
Elizabeth Kuo, exfuncionaria de la Comisión Federal de Comercio (FTC), subrayó que muchas estafas con cripto no son nuevas. “Son esquemas antiguos que ahora se presentan con una estética digital. Prometen riqueza rápida, contacto urgente y pagos solo en criptomonedas. Todo eso son señales de alerta”, dijo.
Kuo advirtió que, una vez transferido un criptoactivo, es casi imposible recuperarlo. A diferencia del sistema bancario tradicional, no hay autoridades centrales que supervisen o intervengan. Y la falta de protección al consumidor sigue siendo una de las principales críticas al ecosistema cripto.
La huella de Trump y el conflicto de interés
La parte más polémica del panel llegó con la intervención del periodista Seth Fox, autor del libro *Number Go Up*. Según Fox, la postura del expresidente Donald Trump sobre las criptomonedas ha cambiado radicalmente: pasó de llamarlas “una estafa contra el dólar” a convertirse en promotor y empresario del sector.
“El cambio vino tras una intensa campaña de donaciones de empresarios del mundo cripto. En un evento en Nashville, recaudaron 20 millones de dólares para su campaña”, relató Fox. Poco después, Trump dio un discurso favorable al Bitcoin y lanzó su propia moneda digital, World Liberty Financial (WLFI).
El negocio fue lucrativo: la familia Trump habría obtenido más de 400 millones de dólares en beneficios por la venta de su moneda. Más tarde, lanzaron un *meme coin* —una criptomoneda sin utilidad clara— y otras iniciativas con resultados similares. Al mismo tiempo, su administración eliminó demandas legales contra empresas cripto y nombró a un ex lobista del sector como jefe de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC).
“Hay un evidente conflicto de interés: están diseñando las reglas mientras se benefician directamente de ellas”, advirtió Fox.
¿El futuro financiero o una nueva burbuja?
Aunque las criptomonedas siguen ganando terreno, su adopción como medio de pago sigue siendo marginal. Empresas que las aceptan usualmente convierten los pagos en dólares de inmediato. Mientras tanto, la falta de educación financiera, la agresiva publicidad dirigida a comunidades vulnerables y la ausencia de mecanismos regulatorios sólidos generan preocupación.
Los expertos coincidieron en que el debate sobre las criptomonedas no debe centrarse solo en su potencial o sus riesgos, sino en quién las controla, cómo se regulan y a quién realmente benefician.
¿Es este un nuevo camino hacia la inclusión o solo otro vehículo para enriquecer a los de siempre?