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Tonmoy Ghosh, ganador del Premio VISTA por un aire más limpio

Su proyecto busca mejorar la calidad del aire y promover la justicia medioambiental, mediante sensores portátiles de bajo costo que permitan a las comunidades hacer un seguimiento en tiempo real de la calidad del aire y proteger su salud

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Tonmoy Ghosh, estudiante de máster en Ingeniería Civil en la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle de Daytona Beach (Florida), está convirtiendo la innovación en impacto. Su proyecto, «Uso de sensores de bajo costo para abordar la justicia medioambiental», hace uso de tecnología asequible para vigilar la contaminación atmosférica en comunidades desfavorecidas, haciendo que los datos medioambientales sean más accesibles y equitativos.

Este trabajo visionario le valió el prestigioso premio VISTA de la Fundación VoLo, que distingue las contribuciones sobresalientes en Visión, Innovación, Sostenibilidad, Tecnología y Acción. Con él, Embry-Riddle recibió una subvención de 10.000 dólares para ayudar a hacer realidad la idea de Tonmoy. El reconocimiento le fue entregado el pasado mes de marzo en la conferencia Climate Correction™, donde fue uno de los ponentes y explicó su trabajo a los asistentes.

Hablamos con Tonmoy para saber más sobre la inspiración que hay detrás de su proyecto, los retos de desarrollar tecnología medioambiental de bajo precio y cómo espera ampliar este trabajo para lograr un mayor impacto.

¿Por qué decidiste centrar tu proyecto en el control de la calidad del aire?

En el aire que nos rodea hay partículas diminutas, conocidas como materia particulada, que clasificamos por tamaños. Las partículas ultrafinas son menores de 2,5 micras. Estas ultrafinas son tan pequeñas que las inhalamos sin darnos cuenta y llegan a nuestros pulmones e incluso a nuestro torrente sanguíneo.

Mi trabajo se centra en la observación de estas partículas para apoyar la justicia medioambiental. Tal vez se pregunte por qué esto es importante cuando ya tenemos datos sobre la calidad del aire en nuestros teléfonos. La cuestión es que los monitores gubernamentales, aunque muy precisos, son escasos y están muy separados entre sí, como uno en Orlando y otro en Daytona, sin nada en medio.

Por eso utilizamos sensores de aire de bajo costo. Son asequibles, portátiles y pueden ofrecer hasta un 95 % de precisión. Puedes instalar uno en tu automóvil y recoger datos en tiempo real mientras te mueves, lo que nos ayuda a comprender mejor y responder a la calidad del aire en los espacios donde vivimos y respiramos.

Has mencionado la justicia medioambiental como una de las fuerzas motrices de tu trabajo. ¿Por qué es tan importante para ti esta perspectiva?

Creo que la ciencia existe para mejorar la vida humana. Tras la Revolución Industrial, logramos enormes avances, pero a costa de nuestro medio ambiente. No se puede separar la civilización del medio ambiente. No se puede decir: «Desarrollémonos e ignoremos la contaminación». Las consecuencias ya están aquí: subida del nivel del mar, aumento del dióxido de carbono, cambio climático.

La justicia medioambiental es importante porque la contaminación afecta a la salud humana y a la calidad de vida, especialmente en las comunidades desfavorecidas. Y no se trata sólo de hoy, sino también de las generaciones futuras. La gente merece vivir en entornos seguros y saludables. No considero que mi trabajo sea sólo ciencia por la ciencia; se trata de resolver problemas humanos reales.

¿Cómo crees que se utilizarán tus hallazgos una vez finalizada la investigación? ¿Quién crees que debería utilizar tus datos?

Mi objetivo es aumentar la granularidad de los datos mediante sensores asequibles. Una vez que la gente entienda cómo funcionan los sensores y en qué les benefician, dispondremos de muchos más datos.

Estos datos pueden ser utilizados por gobiernos locales y estatales, planificadores urbanos, promotores inmobiliarios… cualquiera que tome decisiones que afecten al lugar donde vive y trabaja la gente. Por ejemplo, no se debería construir un complejo de viviendas en una zona muy contaminada. Los datos en tiempo real nos permiten detectar los picos de contaminación, rastrear sus causas y proponer soluciones específicas. Esto ayuda a informar las políticas y orientar decisiones más inteligentes que mejoran la salud pública.

Hablemos de tu trayectoria personal. ¿Por qué decidiste centrarte en la ingeniería medioambiental?

Se remonta al confinamiento de COVID. Soy de Bangladesh, un país densamente poblado con una importante contaminación atmosférica. Durante el enclaustramiento, todo cerró: fábricas, transportes, y yo volví a mi ciudad natal. Al cabo de unas semanas, noté la diferencia. El aire estaba notablemente más limpio. Aquel cambio me impresionó profundamente y me inspiró para seguir investigando en ciencias atmosféricas y medioambientales, concretamente en la calidad del aire.

De vuelta en Bangladesh, trabajé en la calidad del aire interior. Luego vine a Florida a estudiar en la Embry-Riddle Aeronautical University, donde continué mis investigaciones. Allí empecé a centrarme en las partículas y a utilizar sensores de bajo precio.

¿Qué sentiste cuando te enteraste de que habías ganado el premio VISTA?

¡Fue una gran alegría! Me sentí increíble. Lo celebré y luego asistí a la conferencia Climate Correction, donde conocí a personas con ideas afines que también son apasionadas del medio ambiente.

Hay una frase de la conferencia que se me quedó grabada: “Dicen que no hay que morder más de lo que se puede masticar, pero yo prefiero atragantarme si eso significa cambiar las cosas para el clima”. Esa forma de pensar me ha calado hondo. Necesitamos ese tipo de coraje y determinación para hacer avanzar nuestro trabajo.

Aunque no estemos aquí dentro de unas décadas, alguien continuará este trabajo. Eso me da esperanzas de un futuro mejor.

¿Te gustaría añadir algo más?

Simplemente que todos compartimos este planeta. El aire no respeta fronteras. Si queremos un mundo más sano y más justo, tenemos que preocuparnos por lo que respiramos, a quién afecta y qué podemos hacer para mejorar las cosas. Gracias por darme la oportunidad de hablar de esto.

 

 

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