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La relevancia de José Hilario

El hito de José Hilario López, del 21 de mayo de 1851, sembró las bases definitivas para que la actual Colombia navegara por las profundidades de la libertad

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Muy poco se comentó y conversó en torno al aniversario de una de las grandes gestas latinoamericanas, como fue la sanción a la Ley que finalmente puso fin a la aborrecible esclavitud que existía en la Nueva Granada.

El hito de José Hilario López, del 21 de mayo de 1851, sembró las bases definitivas para que la actual Colombia navegara por las profundidades de la libertad. A partir de allí, aunque muchos nubarrones aparecieron en el camino y habría que esperar años para alcanzar una democratización plena, puede decirse que el país alcanzó un umbral en su estructura interna.

Aunque algunos se han empeñado en quitar relevancia al paso dado por el ferviente liberal, aduciendo que privaban consideraciones de otra naturaleza, lo cierto es que la dignificación del hombre se concretó con su medida. Faltaría una aplicación definitiva para que la medida se hiciese práctica, pero el hecho de concretarla y asomarla, obliga a un reconocimiento pleno que paulatinamente se profundizó con decisiones sobre otras naturalezas que llevaron a construir una nación sólida, a pesar de los problemas que tenía.

La acción de López puede reposar en un ambicioso proyecto que se cocinaba desde hacía años y que tuvo finalmente su impulso cuando, a través de la pluma del egregio Ezequiel Rojas, surgió el Partido Liberal en 1848, dando lugar también a que sus adversarios se animaran a plasmar sus postulados y surgiera, un año después, el Partido Conservador. Lo primordial de este escenario es que Colombia comenzó a pensarse desde las mentes de su clase dirigente, edificando puntos de vista que habrían de convertirse en gestión una vez se alcanzara el poder.

La relevancia de la medida de José Hilario López es de tal magnitud que se adelantó por años a propuestas de la misma naturaleza tomadas en Venezuela y en los Estados Unidos de América. Por ende, enaltecer su proceder es un deber, no solo cívico sino también patriótico. En un país en el que la historia no tiene el sitial de honor que se merece, hablar de una acción de tal envergadura puede servir de acicate para que las nuevas generaciones comprendan sus orígenes, cuestionen los discursos y se atrevan a dibujar un país mejor.

En momentos en que Colombia afronta aciagas horas de polarización en las que los valores están en entredicho y son sustituidos por la vorágine de la inmediatez, impulsada a su vez por rumores, propagandas frenéticas y promesas vacías, el mejor favor que puede hacerse es revisar el pasado, no para construir un culto y quedarse allí, sino para conocer que frente a cualquier demagogia o simpleza, hay un país con fervorosos hitos. Recordando gestas como la de José Hilario López, no solo se reivindica su valiente abolición de la esclavitud, sino que ayudamos a que las cadenas que rodeaban los tobillos de los sometidos, también dejen de presionar las mentes de las personas.

correoacademicoldav@gmail.com
@luisdalvarezva

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