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Inseguridad en transporte público, un temor real

Las agresiones a ciudadanos han llevado a muchos a evitar el uso de estos servicios

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El miedo de los ciudadanos a utilizar el transporte público estadounidense ha aumentado drásticamente en los últimos 2 años, debido a ataques aleatorios –y a veces mortales- contra pasajeros.

Agresiones al transporte, tiroteos, amenazas y actos de discriminación y racismo suceden diariamente, por lo que la gente teme utilizar estos medios de movilización.

Las calles que rodean el transporte público no son de las más seguras. Las mujeres, los ancianos, las personas de color y los miembros de las comunidades de discapacitados y LGBTQ+ son desproporcionadamente víctimas de estas agresiones y no encuentran apoyo suficiente cuando denuncian estos incidentes a las fuerzas de seguridad locales.

Con nombre y apellido

Esther Lee, de 46 años y origen coreano-americano, fue agredida en el metro de Nueva York. Relata que un hombre con sudadera de capucha la acosó repetidamente. Ella lo ignoró, pero el hombre siguió acosándola, mostrándole un puño y diciéndole obscenidades.

El agresor la llamó “portadora”, en alusión al COVID. Ella lo grabó en video con su celular, el hombre la escupió. La agredida finalmente cambió de vagón, porque nadie intentó ayudarla.

El hecho configuró además de una agresión, un delito de odio. Sin embargo, las autoridades calificaron el incidente simplemente como acoso. Denunció el hecho en una comisaría de la estación de la calle 59, donde un teniente de apellido Dewan desestimó el caso como delito de odio “porque el agresor no utilizó un insulto anti-asiático”.

La afectada insistió en la revisión de su declaración, hasta que recibió una llamada de la inspectora adjunta de la unidad de delitos del estado de Nueva York, Jessica Corey, quien apoyó la posición de Dewan.

Finalmente, un grupo civil logró la reclasificación del caso como delito de odio y la funcionaria Corey fue cambiada a otra posición.

Lee lamenta que no haya una buena gestión por parte de las autoridades de los casos que afectan a la comunidad asiático-americana y de las islas del Pacífico. “Por eso hice pública mi historia”, dice.

Sistema de transporte en riesgo

Janice Li, presidenta del Consejo de Administración de Bay Area Rapid Transit –BART, por sus siglas en inglés- destacó que, aunque el sistema de trenes del área de San Francisco ha recibido denuncias de incidentes violentos, estos se han reducido a 7,4 delitos por cada millón de viajes.

Sin embargo, simultáneamente el número de usuarios ha bajado en un 40%. En esto tuvo fuerte incidencia la pandemia y es una situación que pone en peligro la viabilidad de este sistema de transporte público. “No seguiremos existiendo si no podemos encontrar nuevas fuentes de ingresos”, lamenta.

En esta reducción tendría incidencia la sensación de inseguridad que afecta a numerosos usuarios. Por ello se está trabajando en el problema, aún a pesar de la disminución en los ingresos por compra de boletos, que es la principal fuente de sustento del sistema.

Binmassam – Pixabay

A pesar de la reducción de usuarios, el sistema de trenes BART cuenta con policías que viajan en cada uno de los trenes, además de campañas que buscan reducir el acoso y la violencia de género y dar visibilidad a la violencia doméstica, según informa Li.

La representante del sistema agrega que en los últimos cuatro años se han financiado y creado varios programas nuevos que se centran en abordar la seguridad y algunas de las preocupaciones indirectas pero paralelas, como la falta de vivienda, la limpieza y otros problemas similares.

El enfoque, según ella, ha sido aumentar la presencia de personal en todas las áreas del sistema; desde nuestras plazas a plataformas e incluso trenes.

Li llama a trabajar en los factores implicados dentro de la violencia que se produce en el transporte público de todo el país.

Legislando sobre el problema

El senador del estado de California Dave Min, es autor del proyecto de ley SB434, “Tránsito público para todos: Mejorando la seguridad y aumentando los viajes”, que se presentó en el Senado estadal el 13 de febrero y que obligaría a los 10 principales sistemas de transporte a recopilar datos de los pasajeros que experimentan situaciones de acoso o ataques, para desarrollar soluciones.

Min señaló que “Las comunidades de color, las mujeres, los niños, los ancianos, las personas con discapacidad y los miembros de la comunidad LGBTQ+ son los grupos más vulnerables a los ataques en el transporte público”.

Una de las principales razones del descenso del número de usuarios del transporte público es que la gente se siente insegura en él, según el senador Min. “Por eso se necesita saber dónde está ocurriendo y qué tipo de poblaciones son los principales objetivos”, explica.

Agrega que es un problema grave, “pero en este momento no sabemos hasta qué punto lo es”.

Según sus datos, de los aproximadamente 11 mil 500 incidentes de odio anti-asiático reportados en 2021 y 2022, dos tercios de ellos involucraron acoso como discurso de odio verbal o escrito, así como gestos inapropiados.

“Creemos que este proyecto de ley será un paso importante para hacer que el transporte público sea más seguro”, concluye el legislador.

Una iniciativa ciudadana

Peter Kerre, fundador de Safe Walks (Caminatas Seguras) NYC, destaca que la mayoría de las víctimas se encuentran solas en el momento de los ataques. Por eso, se ofreció él mismo a acompañar a la gente que se sintiera insegura y así nació esta organización en 2021. Este proyecto cuenta con voluntarios que pueden acompañar a las personas en el transporte o en la calle.

Lo hicieron después de un repunte en los ataques contra las mujeres. “Me llamó la atención que, a pesar de las agresiones brutales, no había presencia policial en el metro”. Agrega que no había ni una sola señal advirtiendo a las señoras o avisando a la comunidad cercana de que la zona era insegura y la zona seguía sin iluminación.

Explica que, al salir a la calle, se dieron cuenta de que enfrentaban a una intersección de crisis diferentes: salud mental, crisis socioeconómica debida al desempleo y a las dificultades financieras, crisis racial y la ruptura de la confianza entre las fuerzas del orden y la comunidad.

“Nuestras actividades se hicieran virales muy rápido y pronto tuvimos a varios residentes de toda la ciudad de Nueva York ofreciéndose como voluntarios para ser una presencia para aquellos que se sentían inseguros y vulnerables” detalla.

En la organización esperan inspirar a más personas a unirse y ser parte de un esfuerzo similar.

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