Violencia doméstica, la otra pandemia
“A muchas de las víctimas cuando van a los refugios solo le permiten quedarse entre 3 y 40 días, luego están en la calle de nuevo”, refiere la senadora estatal de California, Susan Rubio La persistencia de este problema justifica los esfuerzos actuales para desarraigarlo de la sociedad. La necesidad de cambios, tanto legales como sociales, es crucial para abordar eficazmente la violencia doméstica y brindar apoyo a quienes la sufren
«La violencia doméstica es la forma de violencia más antigua y generalizada del mundo», dice la autora, ensayista y feminista Angela Davis.
Ha sido aceptada durante mucho tiempo como una parte inevitable del complejo tejido de las relaciones familiares en todas las culturas, incluida la estadounidense dominante. Hoy en día, existe un movimiento creciente para romper con eso.
Esta mentalidad está surgiendo cuando los datos revelan que una de cada tres mujeres y uno de cada seis hombres en Estados Unidos lo han experimentado en algún momento de sus vidas.
Existen esfuerzos recientes para encontrar soluciones a través de la legislación, de reformas en los tribunales y de la movilización de base por parte de sobrevivientes de abusos, utilizando medios de comunicación social.
Concientizando la violencia
Angela Davis, Profesora emérita distinguida de la Universidad de California, Santa Cruz, comenta que “la primera vez que tuve conciencia de la violencia doméstica fue en los años 70, con las líderes feministas”.
Lo primero que recuerda la autora y activista es que se abordaba el silencio que ha marcado la sociedad, “Y cómo hemos aprendido a esconderla, es el problema del sobreviviente”.
Hace algunos años escribió un libro titulado “Blues Legacies and Black Feminism”. Escuchando música se dio cuenta de que las letras de las canciones eran sobre la violencia doméstica y estaban contando lo que estaba sucediendo en sus relaciones. “Pienso que eso hizo la diferencia en su momento”, apunta. Y agrega que “Esta forma de violencia en la más pandémica en el mundo”.
La incidencia real de la violencia no ha cambiado mucho para ella. “Cuando pienso en mi propia infancia, y en la capacidad o la falta de capacidad para comprender que había algo que debía hacer y algo se podía hacer”.
Afortunadamente en su familia no tuvieron experiencias directas, pero recuerda muchas historias de amigos o familiares. “En aquella época me sentía incapaz de hacer nada, porque el discurso disponible era que eso es un fenómeno natural y que nada se podía hacer”. Refiere que solamente se proponían soluciones como escapar, pero no cambiar el marco o retar el prejuicio de que la violencia es parte de las relaciones humanas.
Urge el apoyo
“A muchas de las víctimas cuando van a los refugios solo le permiten quedarse entre 3 y 40 días, luego están en la calle de nuevo”, refiere la senadora estatal de California, Susan Rubio. “Pensando a largo plazo, ellos tienen que decidir si quieren quedarse sin hogar o volver su casa a seguir en esa relación abusiva”.
La legisladora demócrata por Baldwin Park denuncia que “hay casos de mujeres abandonadas que terminan en la calle porque no tienen prioridad, entonces también hay mujeres con niños y algunas reportan haber estado hasta 10 años en esa condición y eso no está bien. Todos tienen derecho a tener hogar y sentirse seguros”.
Para ella, todas las organizaciones financieras deben tener un lente de equidad para crear políticas y colectar datos, “porque queremos ver objetivos y ver que se cumplan”.
Sobre la comunidad Latina e inmigrante, opina que para ellos, la educación y la comunicación de parte de las instituciones o autoridades no están llegando y no están siendo efectivas. Mencionó que muchos por desconocimiento no saben que el gobierno puede apoyar con una visa a las víctimas de abuso.
“Estamos cambiando leyes poco a poco para que esto mejore, pero las víctimas no se enteran”, lamenta. Recomienda hablarles a los jóvenes sobre la violencia doméstica. “Es lo mejor, desde pequeños. Pienso que hay mucho por hacer, definitivamente”.
Un testimonio
“Mi caso comenzó en agosto de 2009 cuando fui víctima de un severo abuso financiero”. Es el testimonio de Tina Swithin, fundadora de One Mom’s Battle, quien decidió compartir su historia.
“En mi experiencia, no pude costear un abogado”, continúa. Escribió y copió sus declaraciones de un refugio para mujeres y logró éxito al obtener la orden de alejamiento.
“Sin embargo, en 24 horas de salir del refugio y regresar a casa, él violó la orden de alejamiento. No hubo ningún castigo hacia él y aprendí que no podía defenderme”.
Fueron 13 sesiones en la corte en tan solo un año y parte de este fue por la evaluación de la custodia por los dos menores involucrados, hijos de la pareja.
Aquí está el problema con la corte: puede ver el mismo caso, pero claramente puede tener diferentes resultados. Pienso que no hay regulación y no hay reconocimiento. Tomó 6 años para que el juez determinara que mi ex era un sociópata. Estamos hablando de un tercio de la infancia de mis hijos.
La visión de un periodista
Viji Sundaram, reportero de San Francisco Public Press y cofundador de Narika, un grupo de defensa sin fines de lucro que trabaja con mujeres estadounidenses del sur de Asia, compartió un incidente que presenció mientras trabajaba para un medio de comunicación. Lo titula “Control sobre Mariam”.
“Una mujer llamada Mariam conoció a un hombre quien era de Estados Unidos, de ascendencia pakistaní. Él le dijo que era ingeniero en software y que podía proveerle una buena vida”.
Ella, al estar con él, se dio cuenta de que no era así. Tenía un trabajo en Silicon Valley, pero realmente no le daba suficiente para vivir y ganaba dinero extra haciendo películas pornográficas.
“Mariam veía mujeres, entrar y salir de allí todo el tiempo, hasta que un momento se quedó sin modelos. Mariam tuvo una hija y este hombre, en algún momento, le dijo que si ella no quería participar usaría la menor para las películas”.
Mariam pudo escapar de esta situación y fue a Chicago. Su hermano llamó a este hombre, diciéndole que ella se iba esa misma noche a Pakistán, porque no podía permitir que estuviese pasando esta situación. Ella estuvo en contacto con su esposo, pero él la reportó a las autoridades convirtiéndola en fugitiva.
“Mariam en los siguientes 3 años vivió con miedo de ser detenida en cualquier lugar, ya que ella era tripulante de cabina de British Airways”, acota Viji.
Luego, a través de un abogado, se pudo solucionar todo y se retiró de la lista de personas desaparecidas a Mariam. También se probó en la corte que ella siempre estuvo en contacto con su esposo. Finalmente, Mariam se volvió a casar.