«Me soltaron porque soy colombiana»: el drama de cientos de familias migrantes en El Paso, Texas
El aún vigente Título 42 y la prohibición de entrada por la frontera sur a venezolanos, nicaraguenses, cubanos y haitianos han provocado la separación de familias y parejas de diferentes nacionalidades que no tienen claro cuándo se volverán a reunir.
La extensión por parte del gobierno de Estados Unidos del Título 42, una regla de salud pública que permite expulsar a México a los migrantes que llegan a la frontera sur, ha provocado la separación de cientos de familias de diferentes nacionalidades.
Las colombianas Katerine Peña y Ana Milena Sánchez fueron separadas de sus esposos venezolanos al cruzar desde Juárez hasta la ciudad de El Paso, en Texas, donde ha llegado una cantidad sin precendentes de migrantes.
Peña y su esposo lograron cruzar sin ser detectados por la patrulla fronteriza. Fueron separados el 3 de enero durante una de las redadas masivas en las que fueron atrapados decenas de migrantes indocumentados.
«A mí me soltaron porque soy colombiana y estoy en estado de embarazo, pero mi esposo fue devuelto a Sonora junto con muchas personas», contó la joven colombiana a la Voz de América desde un campamento improvisado en los alrededores de la iglesia Sagrado Corazón, en el centro de El Paso.
El templo se ha convertido en un refugio para personas que cruzan de manera irregular la frontera. La ciudad, donde antes se podían ver migrantes casi en cada calle, quedó vacía tras múltiples operaciones de la patrulla fronteriza y la policía. El Sagrado Corazón actúa como una suerte de santuario para quienes están en el «limbo» porque aunque ya están en EEUU, no califican para ser admitidos legalmente.
Desde allí Peña espera por su esposo juntos a decenas de hombres, mujeres y niños que se resguardan como pueden del frío invierno, sin dejar las calles adyacentes a la iglesia por miedo a que los expulsen a México.
«El camino no es fácil, una vez nos subimos en tren, tuvimos caídas, hemos entrado y nos han devuelto a México varias veces. Yo estuve 10 días en la selva, tres sin comer, pero con el favor de Dios, ya estamos aquí», recordó la colombiana.
Para la joven embarazada y muchos de sus compañeros en el refugio, regresar a México es una opción que no se plantean. «A mi esposo y a mí nos secuestraron tres veces. Hay mucha violencia», denunció Peña.
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