El cineasta que le dio voz a los refugiados climáticos
Tras el éxito de 'Refugiados Climáticos’, que arrojó luz sobre la crisis global de desplazamientos provocados por el clima, Michael Nash está ahora trabajando en una secuela titulada ‘Buscando la Verdad'. Este nuevo proyecto cuenta con el apoyo de Leonardo DiCaprio y la Fundación VoLo
Michael P. Nash es el director de cine, guionista y productor detrás del aclamado documental «Refugiados Climáticos», que exploró el impacto global del cambio climático visitando 48 países para conocer cara a cara y escuchar a las personas directamente afectadas.
La película se estrenó en el Festival de Sundance de 2010, donde cosechó los elogios de la crítica. También se presentó en el Festival de Cine de Los Ángeles y se proyectó en las Naciones Unidas.
Durante la Semana del Clima NYC de septiembre de 2023, la galería de arte G en Nueva York mostró obras de arte inspiradas en el documental.
Esta película ha arrojado luz sobre un grupo de personas desplazadas hasta ahora desconocido y sobre los factores que provocan su desplazamiento. Los esfuerzos de Michael han suscitado debates mundiales sobre la cuestión de los refugiados climáticos, ya que la ONU ha utilizado esta película en múltiples ocasiones en todo el mundo como instrumento de cambio ante legisladores y jefes de Estado.
Nash trabaja actualmente en la creación de una secuela titulada «Buscando la Verdad», con el respaldo de productores ejecutivos como Leonardo DiCaprio y su padre George, junto con la Fundación VoLo, representada por David S. Vogel, científico jefe y cofundador, y la cofundadora y administradora Thais López Vogel.
La película, cuyo estreno está previsto para 2025, pretende ahondar en la crucial intersección entre sobrepoblación, cambio climático y escasez de recursos.
En esta conversación, Michael comparte con VoLo Foundation la génesis de su idea original, su impacto global, sus preocupaciones personales sobre el tema, y ofrece ideas sobre lo que se puede esperar de «Buscando la Verdad».
Centrarse en las víctimas
– ¿Cómo concibió la idea de “Refugiados climáticos”?
-En 2007 el cambio climático se refería a los osos polares, Groenlandia, y a qué ocurriría dentro de 50 o 100 años. Entonces leí algo que contenía las dos palabras «refugiados ambientales», y me dije: «¿Qué significa eso? ¿Qué es un refugiado ambiental?» Y ese fue el comienzo de este viaje.
Tenía un inversor que quería participar en algo que cambiase el mundo. No sabíamos qué era.
Le presenté un par de ideas, una cara humana del cambio climático. Y me dijo: «¿Qué quieres decir? Le contesté: «Bueno, ni siquiera estoy seguro. Pero déjame ver si puedo juntar algunas cosas».
Empecé a indagar y descubrí que no había nada. Quiero decir, literalmente nada. Ni un solo artículo en el New York Times ni en ningún otro sitio. Empecé a hacer búsquedas en Google sobre refugiados ambientales o refugiados climáticos. En realidad, casi nada.
Así que reuní todo lo que pude para este caballero, se lo presenté y me dijo: «Michael, no sabes de qué va esta película. No tienes un final para esta película».
Le dije: «Lo sé. Pero te lo digo de corazón, creo que esta gente está ahí fuera. No sé dónde, no sé cuántos…».
Michael ofrece una metáfora, para explicarse mejor: «Hay una mujer nadando en el océano, y la ataca un tiburón. Es capaz de nadar hasta la orilla, está sangrando y jadeando, es su último aliento”.
«Dos tipos ven todo esto ocurrir y estos dos tontos se pelean sobre qué tipo de tiburón era, mientras, la mujer muere”.
«Dije que esta película se iba a centrar en las víctimas y no en todo el aspecto del carbono».
-Y así, viajamos a 48 países, buscando el rostro humano del cambio climático. Decidimos pronto que no sería muy ecológico que viajáramos por todo el mundo y generáramos todo este carbono haciendo esta película y llevando a este equipo gigante de un lado a otro. Contratamos a gente local donde estuvimos.
Fuimos a estos lugares. Nos sentamos con esta gente. Comimos con ellos, y conocimos historias que nunca antes habían sido captadas. Ese fue realmente el comienzo de todo.
Encontramos esta intersección en la civilización, donde la superpoblación mundial, el consumo excesivo, la falta de recursos y el cambio climático chocaban entre sí.
El resultado de esa intersección fue que la gente se vio obligada a reubicarse debido al cambio climático. En realidad se reduce a dos cosas, demasiada agua en algunos lugares y muy poca en otros».
-¿Puede recordar a una persona cuyo rostro encarne la esencia de esta historia?
-Recuerdo numerosas historias sobre estas víctimas sin voz, que es lo que son.
Muchas de ellas viven en lugares que no crean carbono. Permítame nombrar un par de ellas.
Había una abuela en la isla de Tuvalu, que firmó un acuerdo con Australia, sin embargo, cuando hice la película, tuvieron que llegar a un acuerdo con Nueva Zelanda. En este acuerdo, Nueva Zelanda acogería a la gente a medida que las islas se iban sumergiendo. Varias de estas ya se han sumergido.
Pero tenías que tener menos de 45 años, te aceptarían si podías trabajar. Ella tiene 68. «Nadie me quiere. Soy abuela, así que me hundiré con la isla».
Y había otro señor con el que hablé en la isla que tenía 78 años. No iba a abandonar el lugar porque su mujer estaba enterrada allí.
Para él, una de las mayores ideas equivocadas en países como Estados Unidos es que estas personas quieren venir aquí porque odian su lugar de origen. «¡Estas personas no tienen elección!», comenta. «Es la jerarquía de Maslow. La gente busca agua, comida y refugio».
Añade que preferirían quedarse donde estaban, donde está su cultura, donde crecieron sus antepasados. «Pero ahora se ven obligados a reubicarse por el cambio de los tiempos».
Él estaba en Bangladesh cuando el ciclón Sidr golpeó, devastando la región de los bancos de arena
«Seguimos a muchas personas que tenían vidas hermosas, como los camaroneros que vivían en este paraíso costero. Ahora viven en las calles de Dhaka, porque en Bangladesh, cuando llega un huracán, no es como en Florida, donde interviene la FEMA».
«Cuando un ciclón azota Bangladesh, esta gente no recibe dinero para reconstruir sus vidas, todo lo que tienen lo cargan consigo», admite Michael, quien percibe la situación como una gran tormenta dirigiéndose hacia la humanidad. «Hubo mucho en los 48 países a los que fuimos, hicimos muchas preguntas a las que, simplemente, no encontrábamos respuesta».
Un rompecabezas muy complicado
Las Naciones Unidas llaman ahora oficialmente a estas personas ‘migrantes inducidos por el medio ambiente’, lo cual Michael cree tiene sus problemas. «Odian el término ‘refugiados climáticos’ porque crea todo tipo de inconvenientes políticos con la Convención de Ginebra».
– Las Naciones Unidas y la Organización de los Estados Americanos están trabajando verdaderamente en esto, pero parece ser un rompecabezas muy complicado.
-Su temor es que van a ser tantos que, si se les incluye en la Convención de Ginebra, que dice que, si eres perseguido por razones políticas o religiosas y cruzas una frontera entonces caes en el estatus de refugiado, ¿correcto?
Si te persiguen porque tu isla se hunde, lo cual es algo con lo que no tienes nada que ver y puedes demostrarlo, ¿no deberías tener el estatus de refugiado?
Honestamente creo que mucha gente ha metido la cabeza en la arena, incluidas las Naciones Unidas, porque este problema es enorme y nadie quiere financiarlo. Nadie quiere ocuparse de cuánto dinero va a costar todo esto. Así que actúan como si no pasara nada.
– ¿Cómo cree que sus películas pueden contribuir a avanzar en el objetivo de conseguir el estatuto de refugiado para estas personas?
-La primera película ayudó a las Naciones Unidas a conseguir el lenguaje en la política internacional para mostrar que este grupo de personas existe. Para la segunda, me he asesorado con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático durante los últimos seis años sobre el poder de las narrativas y la importancia de crear historias que puedan cambiar el mundo.
«Refugiados climáticos» se proyectó en la COP19 de Copenhague, se presentó en numerosas sedes de las Naciones Unidas. Planeamos aprovechar esta próxima película para propósitos similares. La esperanza es iniciar una conversación honesta e intelectual sobre cómo crear leyes internacionales a las que todos los países estén dispuestos a dar su aprobación.
Algunos grupos hablan ahora de 1.200 millones de refugiados climáticos en 2050, lo que me parece un poco agresivo.
Creo que la ONU también lo considera agresivo, pero digamos que tienen razón a medias y que hay 500 millones de refugiados climáticos. Mira lo que pasa en los Estados Unidos con 300.000 personas cruzando la frontera.
¿Y si fueran 30 millones? Es una situación completamente diferente. La idea de esta película es tener una conversación inteligente.
Debido a que hay muchos lugares que han acogido a migrantes, han obtenido mucha buena prensa. La prensa desaparece, la financiación se gasta quién sabe dónde, y los migrantes caen entre las grietas de la sociedad a la que han ido a parar. Eso no ayuda al país que los acogió. ¿Cómo lo solucionamos? ¿Cómo podemos hacer que esto sea bueno para todos?
En la ONU hay gente estupenda que está intentando resolverlo, pero todo se reduce a dinero. Por desgracia, esto ha caído en saco roto en la ONU y en otros lugares.
Así pues, esta película, como compartí con David [S. Vogel] y Leonardo [DiCaprio], es un plano orientado a soluciones, un ‘mapa verde’ por así decirlo, sobre cómo avanzar.
Estamos intentando conseguir establecer lenguajes y políticas internacionales antes de llegar a este punto.
Es muy, pero muy difícil definir a un refugiado climático.
El tiburón ataca de nuevo
Michael cree posible trabajar más rápido en este tema si lo dividimos en dos plataformas gigantes. «Deberíamos quitar todo el tema del carbono y ponerlo a un lado, porque toda la atención sobre el cambio climático se ha centrado en el carbono, ¿correcto? Pongámoslo a un lado.
Y luego tenemos este otro problema, el aspecto humanitario. Al aspecto humanitario no le importa si es el carbono, o si es natural. El hecho es que la gente se está quedando sin agua y sin comida y está cruzando fronteras en busca de supervivencia», lo que le lleva de nuevo a la metáfora del tiburón.
«Centrémonos en la gente. Tomemos el aspecto humanitario y pongámoslo cerca. Este asunto del carbono es increíblemente importante para resolver el problema del cambio climático, pero no lo estropeemos metiendo eso en el aspecto humano. Creemos un nuevo formato para el aspecto humano. Puedes pensar que estoy completamente equivocado en eso, pero creo que es parte de la solución».
-¿Qué conversación le gustaría que se produjera una vez que la gente vea esta segunda película?
-Con la primera película, como su cineasta, ocurrió todo lo que se esperaba, ¿verdad? Fue a Sundance, ganó varios premios en todo el mundo, fue adquirida por Netflix, todo lo que uno desearía para una película, sucedió.
Pero en lo que no hicimos un buen trabajo, fue en cómo crear un llamado a la acción. Así, cuando esas personas salen del cine, hay una actividad cotidiana en la que pueden participar, algo más grande que ellos mismos que les hace sentirse mejor sobre sí mismos, algo que puede cambiar el mundo.
Estamos trabajando mucho en ello, y contar con Leonardo no está de más, porque puede pulsar un botón en Instagram y llegar a 62 millones de personas. Nunca tuvimos esa ventaja en la primera.
Leonardo y su padre dijeron: «Mira, si alguna vez vuelves a esto, nos encantaría participar contigo». He seguido siendo amigo de ellos y así es como sucedió todo.
Yendo más allá
-¿Hasta dónde ha llegado el proceso de elaboración de los planes para «Buscando la Verdad»?
-Nos gustaría viajar desde Colombia hasta Panamá, atravesando el Corredor Seco, esas 66 millas que todo el mundo llama ‘el infierno’, y hablar con estas personas, averiguar cómo se desplazan desde México hasta Los Estados Unidos, para indagar qué los llevó a desplazarse. Y creo que descubriremos que no en todos los casos, pero sí en varios, se quedaron sin agua o comida y se vieron obligados a reubicarse.
Pero hay más, ya que Michael tuvo una llamada con un grupo de gente de IA. «Están intentando crear unos personajes que se puedan incluir en la película y que hablen en nombre de la naturaleza. Nunca hemos oído hablar a la naturaleza… si la naturaleza pudiera hablar, ¿qué diría? Queremos introducir estos personajes tan simpáticos que van a encantar a los niños y educarlos. ¿Cómo mantenemos a la gente comprometida? Eso es lo que buscamos».
«Sé que la ONU va a utilizar esta película para mostrársela a los líderes del mundo. Creo que vamos a ser capaces de reunir a mucha gente y, con suerte, iniciar una campaña para escribir algunas políticas internacionales. Eso es lo que realmente quiero».
Este artículo ha sido facilitado por la Fundación VoLo, una organización sin ánimo de lucro cuya misión es acelerar el cambio y el impacto global apoyando soluciones climáticas basadas en la ciencia, potenciando la educación y mejorando la salud.