Refugiados ucranianos: ¿estamos preparados para recibirlos?
El número de refugiados ucranianos que huyen de la invasión rusa ya superaba los 4 millones para finales de marzo de 2021.¿Están el mundo y Estados Unidos preparados para el impacto que esto significará?
Un número récord de personas –84 millones– han sido desplazadas por la fuerza en todo el mundo a la fecha actual. El número de refugiados ucranianos que huyen de la invasión rusa ya superaba los 4 millones para finales de marzo de 2021.
La mayoría de los desplazados son mujeres, niños y personas mayores, según denunció la Organización de Naciones Unidas a través de su Agencia para Refugiados, ACNUR.
También de acuerdo a esta organización, este es el mayor éxodo en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Casi uno de cada diez ucranianos dejó su país en apenas el primer mes de conflicto.
¿Están el mundo y Estados Unidos preparados para el impacto que esto significará?
La odisea de los desplazados
El periodista Manuel Ortiz, de Ethnic Media Services y Península 360 Press, habló desde Kyiv, la capital ucraniana. El asolado centro de poder estremeció recientemente al mundo, con imágenes de civiles desarmados presuntamente ajusticiados por las fuerzas invasoras rusas. Muchos de ellos estaban maniatados y con signos de tortura.
Ortiz retrató cómo es la odisea de un desplazado. “Viajan 30 horas en tren, porque no es seguro manejar”, dice. También llegan en bus, el frío es extremo y la parte final del trayecto lo deben hacer a pie, llevando a cuestas un pesado equipaje con las escasas pertenencias personales que lograron salvar.
“La fila para sellar los documentos puede tomar 3 o 4 horas”, agrega. Y revela que este éxodo no está organizado por el gobierno ucraniano. “Es la misma gente la que lo está haciendo, con la ayuda de algunas organizaciones no gubernamentales”.
Ortiz informa la segregación de los rusos en el paso a Polonia. “Primero pasan los ucranianos, luego las otras nacionalidades. Algunos ni siquiera tienen pasaporte”. Y remata explicando que el éxodo se ha venido multiplicando exponencialmente, ya que muchos no pensaban que sus ciudades serían atacadas; pero tras lo visto en las últimas semanas, han decidido escapar.
Polonia, al borde del colapso
Meghan Benton es directora de Investigación del Migration PoIicy Institute de Europa y del Programa Internacional de MPI. Ella alerta sobre el colapso de la frontera con Polonia, ya que esta nación es la que recibe el mayor número de ucranianos que huye de la invasión. Este país estaría dispuesto a acoger hasta un millón de ucranianos.
Volviendo a las cifras de la ACNUR, más de 2,3 millones refugiados ucranianos han llegado a Polonia. De ellos, muchos han seguido su camino hacia otros países o han regresado a Ucrania, ya sea para ayudar en la defensa contra los rusos o para cuidar a familiares.
Más de 608 mil personas han cruzado la frontera con Rumania, unas 387 mil llegaron a Moldavia y aproximadamente 364 mil alcanzaron Hungría en las últimas semanas, según los conteos proporcionados por los gobiernos de las naciones mencionadas.
Mientras tanto, el New York Post advierte que ya las mujeres y niños que escapan del conflicto son objeto de tráfico humano y sexual, extorsiones y secuestros.
Europa y EE. UU. a prueba
Estados Unidos ya colabora con la situación, aportando medidas como la extensión de visas o propiciando la reunificación familiar. El presidente Joe Biden anunció que el país puede albergar hasta 100 mil refugiados.
El gobierno dispuso una ayuda humanitaria de 107 millones de dólares para Polonia. El Congreso aprobó un paquete de ayuda de 13 mil 600 millones de dólares para Ucrania y algo menos de la mitad se destina a ayuda humanitaria.
El corresponsal Manuel Bojorquez, de la televisora CBS, informó que los refugiados ucranianos están llegando actualmente a través de México, porque pueden obtener un visado para viajar a México como turistas y luego dirigirse al puerto de entrada de San Ysidro.
Los voluntarios dicen que a unos 150 ucranianos al día se les ha permitido entrar en Estados Unidos por razones humanitarias, y están llegando más.
Krish O’Mara Vignarajah, presidente y director general de Lutheran Immigration and Refugee, dijo que todavía se está considerando cómo aceptar a los refugiados ucranianos a gran escala.
Añadió que EE.UU. puede proporcionar aún más apoyo financiero y ayuda humanitaria de lo que ya ha hecho. Y aunque ha estado apoyando al garantizar que los ucranianos tengan un lugar donde ir, también puede ayudar a coordinar el reasentamiento, para que ningún país tenga que soportar toda la carga.
“En el mejor de los casos, la invasión rusa acabaría por fracasar y entonces los ucranianos podrán volver a reconstruirse cuando sea seguro hacerlo”, dijo Krish.
Por su parte, Natalia Banulescu-Bogdan es Directora Asociada del Programa Internacional del MPI y miembro no residente de MPI Europa. Ella llama a observar cómo esta nueva oleada de desplazados va a impactar al planeta.
La especialista recuerda que desde antes ya había una diáspora ucraniana asentándose en Polonia. “Son fuente de mano de obra para la Unión Europea, también van a otros países a estudiar. Ya existían lazos”, asegura.
Destaca que la crisis actual está arrojando fuera de la nación a mujeres y niños. “A los hombres entre 18 y 60 años no se les deja salir del país, deben quedarse peleando”, apunta.
En este sentido, lo que sucede es distinto a otras crisis migratorias, donde quienes primero salen son del sexo masculino. Agrega la terrible realidad de que los adultos mayores no tienen la fuerza para enfrentar el accidentado trayecto y se quedan atrás.
Resalta la vulnerabilidad de quienes están migrando: menores no acompañados y personas sin documentos, entre otros. “Es un desafío logístico bastante amplio”, señala Banulescu-Bogdan. Confirma otro aspecto poco mencionado: hay rusos que también están abandonando su país.
Teme que “la velocidad y la escala del flujo no tienen precedentes y los países no tienen la capacidad. Terminaremos por ver una ‘fatiga de la generosidad’, debido a los números”.
La protección de la Unión Europea se puede extender hasta tres años, posteriormente se puede prorrogar si el conflicto se alarga. Sin embargo, no aplica a estudiantes o trabajadores que habían salido antes y que ahora no pueden volver a su país, quedando estos grupos en un limbo. “No quedan sin derechos, pero no se sabe cómo se va a resolver su situación”, advierte.